Cortale una gamba, por ejemplo

El mundo, hoy por hoy, es una pequeña ciudad. Si en Puerto Rico sale «Despacito», en todo el mundo sale «despacito» y es un hit. Hace años atrás, mientras Fonsi era un pichi boricua, en Buenos Aires Palo Pandolfo pegaba un hit con Playas Oscuras. Hoy no, se globalizó todo.

Y no solo en música sino en fútbol, política y en programas de TV. Pero. Siempre hay un pero.

El mundo evolucionó mucho en los últimos siglos. Por ejemplo: los católicos ya desde el año 1600 que dejaron de crucificar gente por no adherir a su religión. Un lindo detalle de su parte, no? Los Alemanes hace como 70 años que no empiezan ninguna Guerra Mundial. Sí, ya sé que es poco y no bajamos la guardia. Pero es algo. En Estados Unidos dejaron de comprar y vender negros gente de color para usarlos de esclavos. Y más: la pena de muerte fue abolida en prácticamente todo el mundo. Pero claro… fue un proceso. Hace milenios atrás, venía un tipo con un hacha y te la partía en la cabeza para sacarte algo que tenías y él quería. Desde un coco hasta tu caballo. Y como todo se iba lentamente al carajo, empezaron (creo que los Romanos) a crear leyes que pongan un poco de freno a semejante kilombo. Al principio colgaban a gente en las plazas o les daban azotes con un látigo de cuero para ejemplificar a los demás y que «ni se les ocurra» hacer lo mismo. Lentamente el ejemplo fue cundiendo y las masas se fueron civilizando. Entonces, de a poco, empezaron a decir «che, cortala con la horca, ya somos grandes!».

Y festejemos que la gran parte del mundo evolucionó y así como escuchan «Despacito», también respetan que si vos tenés una casa o un auto, no te lo vienen a sacar así nomás (no tanto se cumple con las mujeres, como en el caso de Maxi Lopez e Icardi, pero bueno… eso todavía no se reglamentó).

Pero. No todo el mundo va al mismo ritmo. Así como en algunos países hay autos eléctricos mientras que en otros se respira cáncer en las calles centrales de las ciudades, en algunas partes del mundo todavía tenemos bárbaros dando vueltas por las calles. Tenemos gente que por tener otra nacionalidad, religión, o ancestros diferentes a los nuestros, se levanta una mañana, se pone una campera, va a la puerta de un shopping y así como así saca un cuchillo y se lo clava en el corazón al pobre tipo que labura chequeando los bolsos de la gente en la puerta para que, justamente, no entren con un cuchillo. Y el tipo sale corriendo.

En general, lo que ocurre, al tener un país en el que todos pasan entrenamiento militar, es que algún valiente lo corre, o alguien le pega un tiro en la cabeza, para evitar que pueda seguir matando, o incluso la posibilidad que tenga un explosivo. Pero claro… el mundo civilizado se escandaliza. Nadie es Dios para sacar la vida a otro semejante sin juicio previo! ¡Escándalo! Claro, el mismo kía sí fue Dios para sacarle la vida al pobre guardia del Shopping, pero él cuenta con que nosotros, los seres civilizados, no somos tan mierda como él, y le vamos a dar un juicio justo, si es que alguien no lo mata en el acto. Y eso ocurre. Gente que ha perpetrado atentados ha sobrevivido al intento, seguramente ha pasado un lindo interrogatorio para tratar de desmantelar su célula terrorista, pero finalmente salió, y volvió a atentar. Ha ocurrido, lamentablemente. Esa gente no entra a cadena perpetua. O si lo hace, terminan siendo botín de guerra cuando logran hacerse de un soldado israelí y lo cambian por 500 presos y salen libres.

¿Ustedes están leyendo lo que escribo? ¿Se dan cuenta de lo diferente que es el mundo en el que vivimos por estos lados y el que ustedes disfrutan día a día?

Sí, ya se que en Corrientes y Paraná te pueden meter un balazo si no le das un peso con cincuenta a un cabeza. Lo sé. Y eso es lo que me dispara (valga la alegoría) a escribir estas lineas. Que no todo es igual en todo el mundo. Y no hay soluciones que funcionan en todos lados.

El mundo se globalizó, pero no tanto. Y por lo consiguiente, lo que funciona en Oklahoma, no funciona en Bucarest, y mucho menos en la capital de Angola, como quiera que se llame. Nos escandalizamos cuando pegan latigazos a una mujer. Sí. Es horrible. Nos encanta escandalizarnos. Pero ni vos ni yo vivimos ahí ni fuimos de vacaciones. Y lo escribo pensando que me van a tratar de energúmeno. Claro! es que así funciona el mundo. Hasta eso se puso de moda: hacerse el Ghandi y tratar de energúmeno al otro. Entonces yo te invito a que trabajes de Guardia en un shopping durante un mes. Y que te fijes si no te hiciste pis del miedo. O que viajes en colectivo en Tel Aviv durante dos semanas y me digas que se siente.

Así que, dicho todo esto y entendiendo que mientras el mundo se civilizó, acá todavía nos quedan los musulmanes (que lentamente se están expandiendo a Europa) que aún están lejos de dejar de hacer barbaridades. Así que si su reloj atrasa, nosotros también deberíamos atrasar. Se me ocurre qué efecto podría causar en la sociedad palestina si a los que perpetran actos definidos como Terrorismo (tampoco lo haríamos con un ladrón de autos eh, paremos la mano un poco), les cortamos una mano y una gamba. Ponele la izquierda y la derecha, así queda simétrico respecto de la diagonal. Y lo dejamos libre. que vuelva a su ciudad. Que reciba los 10 mil dólares que Hamás reparte al que tiene la «valentía» de perpetrar un atentado. Que los disfrute si puede. Y que sea una muestra, un ejemplo, para todo aquel que considera ir por el mismo camino. Que todos los pibes de 10 años vean lo que les pasa a los que lo intentan. Que se les llenen las calles de tipos que van saltando en un pie y que no pueden dar un abrazo a sus padres. Que ni 70 virgenes ni paraíso. Que van a ser rengos y no van a poder ser arqueros en la selección. Así de simple. Que no van a poder jugar con el smartphone.

El que a hierro mata, a hierro vive. A ver si nos podemos encontrar dentro de 400 años y ver que se calmaron y también escuchan «Despacito» y que el problema está en… otro lado… no sé… Angola.

 

Un pensamiento en “Cortale una gamba, por ejemplo

  1. Metalero dice:

    Suscribo a la idea.

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