Guerra con Hamás – Día 85

El Arte.

Cuando algo rompe la rutina diaria de las personas, cada uno reacciona de manera diferente. Nadie queda indiferente frente a un Covid, o un casamiento, o una mudanza, o un nuevo amor. Y tampoco frente a una Guerra. Algunos empiezan a rever su pasado, otros se replantean el futuro. Algunos valoran de otra manera las cosas que tienen, que en el día a día parecen obvias y de repente no lo son y pasan a ser un tesoro, como poder almorzar con sus hijos todos juntos. Otros se aíslan y no quieren ver a nadie. Algunos se movilizan y se involucran. Otros se deprimen y se paralizan.

En el arte, las expresiones se multiplican y aparecen. Hay quienes sacan fotografías que sean testimonio de lo ocurrido, hay quienes ya están trabajando en una película, hay quienes pintan, quienes escriben una novela y, como es de esperarse, hay muchos que escriben canciones sobre lo que sienten, sobre lo que ocurre, sobre lo que desean, sobre lo que imaginan.

En mi caso, además de haberme metido en la rutina de escribir crónicas diarias que algún día a los extraterrestres les sirva de «Diario de la Guerra con Hamás», me puse a escribir una canción. Guido me mandó una base para un tema de nuestro futuro disco, pero no pude con mi estado de ánimo y me salió una canción sobre esta guerra que se nos mete en todos los ámbitos y rubros de nuestra vida.

Y como lejos de ponerme melancólico, este conflicto más que nada despertó mucha furia, no me salió como una de las decenas de canciones que escuché, con violines de fondo y letras que hacen llorar. Yo soy menos de ese estilo. En mi caso el mensaje está siempre en ser estímulo de la movilización, de agitar el pensamiento, de poner en palabras lo que el cuerpo sacude dentro mío.

Guido Kritz, el mago de los instrumentos y la producción me apoyó y guió como en tantos otros proyectos y me tuvo la paciencia de siempre para que salga adelante. Me imaginé que la canción iba a estar lista para cuando la guerra ya hubiese terminado, pero parece que el mundo tiene otro metrónomo que marca el ritmo de lo que pasa.

Y así salió «Nunca Más Es Ya». La canción de la guerra que en un par de días estará, como se dice hoy en día, «en sus plataformas digitales favoritas». Quedé muy conforme con el resultado y puede que ayude a levantar un poco la moral y el estado de ánimo de ustedes o de quien la escuche.

Les dejo el estribillo junto con un pequeño avance para que vayan preparando el oído.

Ruge el animal
Erupciona su memoria
Tiembla el pantanal
No es Venganza
Mantos de fricción
Un tatuaje en el pecho
Hordas de valor
Por Sión

Guerra con Hamás – Día 84

En el Norte.

Mientras en Gaza se evalúa cómo seguir el combate para definir la situación en Khan Yunes, en el norte la cosa se recalentó bastante. Siempre que hay una pelea, hay ciertas cosas que «no se hacen». Sabés que si insultás a tu enemigo con «tonto», «boludo», la cosa se mantiene dentro de determinados límites. Pero si le decís «hijo de puta», entonces la cosa sube de escalón y el rival se te va a ir encima. Porque con mi vieja no te metas, como solíamos decir. Y en el norte nos llamaron así esta semana. Hubo disparos sobre la costa occidental (sobre el Mediterráneo), en las ciudades de Akko y todas las vecinas (llamadas Krayot). Es un tipo de ataque que, si bien Hezbollah puede hacer sin esfuerzo, porque es simplemente apuntar los misiles para el otro lado del mapa, no lo suele hacer por lo que implica. Porque la densidad de población en esos lares es muchísimo mayor que en el Galil, y el peligro generado es mayor. Hezbolláh sabe que si dispara para ahí, está mandando un mensaje de escalada de violencia que tendrá consecuencias.

Hasta ahora los ataques en el norte si bien no cesan, a la vez se mantienen dentro de un nivel controlado de violencia. No sabemos si Nasrallah -su jefe- quiere tirar los últimos tiros antes de recular, o realmente quiere mandar todo al mismísimo carajo. Porque además de ese ataque provocador, están incursionando a territorio israelí muchos drones bombarderos. Israel los intercepta, pero aparentemente la inversión de dinero para este tipo de arma se está haciendo redituable para el enemigo y los mandan de a decenas. Nos hace pensar en cómo algunas guerras cambiaron las leyes del juego. En la Segunda Guerra Mundial, los aviones eran tantísimo más efectivos y tecnológicos comparados con las catraminas de la Primera Guerra Mundial que fueron un factor decisivo a la hora de definir el resultado. Israel siempre devolvió ataques al lugar del Líbano o Siria desde el cual se dispararon los misiles, destruyendo lo que hubiese allí que permitiese a Hezbolláh atacar. Pero ahora con los drones, es diferente. Se los detecta ya cuando entran a Israel y si querés devolver el ataque, tenés que hacer ta-te-tí y tirar donde se te ocurra.

Hubo también declaraciones del ex-primer ministro israelí Benet que confirmó -sin permiso del gobierno para hacerlo- que Israel atacó (en el pasado) en territorio iraní. Esas cosas puede ser que incluso hoy estén pasando, pero tanto Israel como el mismísimo Irán no las hacen públicas. Israel porque no quiere armar más kilombo y prefiere solo lograr sus objetivos puntuales. Irán porque es como si les gritasen en la cara «hijo de REMIL puta» y no se puede dar el lujo de dejar que el mundo vea cómo le dicen algo así y se queda callado. Entonces no lo denuncia y todo sigue debajo del radar.

Lo que está haciendo Irán es avanzar a paso redoblado en su carrera nuclear y en armar más fuertemente qa Hezbollah. Lo cierto es que el Norte está espeso. No sabemos si rubo a una explosión mayor o si nos dirigimos a un final más cercano. A veces mirás el mapa y te da ganas de decir «¡a estos pelotudos les ponemos una bomba nuclear y listo, porque se la buscaron!» pero bueno… sabemos que nosotros no actuamos así. Y por eso hace 75 años que estamos a los tumbos.

Guerra con Hamás – Día 83

Los que ganan con la Guerra.

Inevitablemente, nos guste o no, al lado de quienes pierden pérdidas emocionales y económicas irreparables en la guerra, hay quienes ganan. En cada crisis es igual. Aquellos que en la época del Covid fueron los primeros que importaron barbijos a 10 shekel cada uno hoy manejan una 4×4 y cuando les preguntan, saben que frente al sufrimiento de muchos, pudieron tener la iluminación de ganarse unos pesos. Legítimamente, no me entiendan mal. Pero ahí están y nunca faltan.

En esta guerra, al margen de quienes en la logística están trabajando en tres turnos para abastecer al ejército con equipamiento, alimentos, servicios y demás, también están aquellos que fabrican armamentos, que para este fin de año se aseguraron la mejor marca de sidra. Aunque no solamente están los que ganan plata en la guerra sino aquellos que buscan créditos. Quedar bien parados ante el resto del mundo.

Y ahí lo tenemos a Qatar. Un país musulmán del cual muchos no escucharon hablar hasta hace seis años atrás cuando se lo eligió como sede para el mundial. Y no es casualidad que se hayan planteado polémicas acerca de aquella elección, y tampoco es de sorprender que se sospechen coimas a la FIFA para elegirlo, así como pasó (y se confirmó) con la elección de Rusia en 2018. Es que Qatar, en paralelo a su soporte inquebrantable e ininterrumpido al terror palestino, quiere que el mundo los considere chicos buenos. Quiere imitar los pasos de Arabia Saudita, que a diferencia de Irán, tiene los millones del petróleo, pero políticamente buscan aliados en Occidente. Sin ser los amigos a quienes invitarías a tu cumpleaños, los sauditas van codo a codo con EEUU en los negocios planteados a futuro. Y Qatar, país vecino a Arabia Saudita, quiere copiar el modelo.

Entonces se metió dando codazos y al grito de «permiiiisoooo» a mediar en este conflicto. A pesar, como lo dije más arriba, de ser uno de los financiadores fundamentales de Hamás. Y así fue que, israelíes de alto rango, fueron a visitar sus tierras para negociar el acuerdo por los secuestrados. Y al fin de cuentas, se logró rescatar a más de 100, vivos. No es poco. Como se dice en hebreo, no hay que tener razón, sino ser inteligente. Y lo fuimos, tragamos saliva y logramos nuestro objetivo, que era lo importante.

Resulta que ahora le salió un competidor: Egipto. Otro país árabe que si bien no es nuestro amigo del alma, tiene un acuerdo de paz firmado y vigente con Israel, y dialoga amistosamente, a grandes rasgos, con occidente. Si bien es responsable por inacción del tráfico de armas que llega a Gaza, de las pick ups Toyota blancas que el 7-10 nos quedaron grabadas en la retina, y de dejar contrabandear todo lo que usan los terroristas para fabricar sus misiles, es mejor eso que tener otro vecino como Siria.

Y Egipto se metió en el escenario de la mediación, proponiendo un acuerdo de tres fases, con un final inaceptable para Israel (que Hamás siga gobernando parcialmente en Gaza luego de un cese del fuego total). Es tan mala la propuesta que uno podría decir para qué te metés si no entendés nada del tema. ¿No te das cuenta de que esa propuesta no tiene ni la mínima probabilidad de ser viable? Sin embargo, es útil.

Es útil porque le mete presión a Qatar, que aparentemente bajó un cambio en la presión que ejerció a Hamás para los primeros intercambios. Se corrieron del centro de la acción y Egipto aprovechó el momento para ver si, ante los ojos del mundo occidental, se anota unas fichas y se queda con el crédito de haber sido quien destrabó el conflicto y allanó el camino para finalizar la guerra.

Si me preguntan a mí, dentro de las miles de cosas que nosotros no sabemos, podría imaginar que alguien de nuestro bando está involucrado en la propuesta de Egipto para que simplemente se despierte Qatar y vuelva a pegar tres gritos a Hamás y se vuelva al camino de la negociación. Es como si Israel (o EEUU) le hubiesen dicho a Egipto que proponga algo, cualquier cosa, lo primero que se le venga a la mente, solo con el objetivo de que Qatar vea que le quieren robar la nominación al Premio Nobel de la Paz.

Y como decía Woody Allen, «Lo que te funcione». Si es para que la cosa avance, no importa. Si hiciste un gol con la rodilla o con la espalda, no importa que no sea lindo. Es un gol y cuenta como tal. Que se lleve el crédito quien sea. Que se compre la 4×4 quien sea. Nosotros tenemos en este momento otras urgencias y no podemos darnos el lujo de elegir con quién negociar. Que la competencia le sirva al consumidor, en este caso nosotros.

Guerra con Hamás – Día 82

La Opinión Pública

Ayer con el Beto, un compañero de la secundaria que vive en Argentina pero vino a visitar a su hijo, que está haciendo el servicio militar de voluntario en Israel, conversábamos del tema de la opinión pública en el resto del mundo. En particular sobe Argentina, que es lo que conocemos más de cerca.

Yo le decía que veo en las stories de todos mis amigos judíos imágenes, videos, información, todo destinado a contar nuestra verdad. Decenas o más. Y digo nuestra verdad porque siempre hay dos formas de contar cada cosa. Por más que nosotros sepamos que Hamás es un movimiento terrorista, y por más que contemos que nuestro ejército respeta las normas internacionales de la guerra y es el más moralista del mundo, al punto tal de haberle curado un cáncer a Sinwar en hospitales israelíes, siempre habrá alguien del otro lado que la cuente de otra manera.

Y yo le decía al Beto que no creo que toda nuestra campaña le haya cambiado la opinión a una sola persona. Es como en el fútbol: si Boca te cae mal, todos los hinchas de Boca que conocés (exceptuando a Alfredito y a Fabi) son unos pelotudos, nada que ocurra en el mundo, ninguna campaña ni el mismísimo Maradona van a lograr que cambies de idea. No vas a hinchar por Boca en ninguna final de la Libertadores por más que jueguen contra un equipo brasilero. Hay cosas que son de piel. Y el argentino que no traga a los judíos, no va a empezar ahora. Quizás el 7-10 dijo «uh, cómo los cagaron a los rusos», pero a la semana, cuando la cantidad de muertos palestinos ya superaba los muertos del sábado fatídico, ya volvieron a decir «qué hijos de puta estos judíos, siguen haciendo genocidio».

Si dos atentados fatales en Argentina no lograron tampoco inclinar la balanza hacia Israel, creo que lo único que puede lograrlo es que un comando de Hamás secuestre a Messi y le corte los pies y lo cuelguen en una mezquita hasta desangrarse. Y aún así… seguramente haya quien culpe a los judíos por haberlos hecho enojar a tal punto de querer matar a Messi.

Quizás nos hace sentir mejor difundir la data. Quizás nos ayuda a informarnos entre nosotros (que es el objetivo de este blog, que desde 2006 escribo para aquellos que viven lejos). Yo personalmente, no creo que alcance otro objetivo. Al menos yo no conozco a NI UNO que me haya dicho alguna vez «che, yo pensaba que ustedes eran unos hijos de puta, pero la verdad es que tenías razón… son ellos». ¿Ustedes sí?

Guerra con Hamás – Día 81

La Plata.

En la televisión, durante todo el día, desde temprano a la mañana hasta las 22:30, sin interrupción, en los 4 canales de aire, hay transmisiones de corrido sobre la guerra. Los medios se lo tomaron muy en serio. No hay programas para chicos, no hay novelas, nada. Recién a la noche empezaron a aparecer algunos realities. A diferencia de las primeras semanas en las que cada hora pasaba algo importante, la guerra ahora entró en una especie de rutina en la que el ejército hace el trabajo sucio, y dan cuenta de los caídos. Para llenar las cientos de horas diarias de televisión, traen gente al estudio. Gente que tiene algo que decir porque esta guerra les cambió la vida radicalmente. Y en general es gente con reclamos. Entendibles y justificados todos, obviamente. Y en general, salvo el reclamo de los familiares de los secuestrados, que lo que piden es su vuelta inmediata, como sea, todos los demás reclamos tienen que ver, al final de cuentas, con dinero.

El Estado, para empezar, está librando una guerra costosísima. La cantidad de bombardeos, de armas, de misiles disparados por hora, de aviones que despegan, de equipamiento que tiene que suministrar, es exorbitante. Eso de movida. Y al margen, se hace cargo de pagar el sueldo de los 50 mil reservistas que están desde hace 81 días en el frente. Ya que la empresa no está recibiendo los servicios que dichos reservistas brindan normalmente, es lógico que no tengan que pagarles el sueldo. Y es el Estado el que lo hace.

Luego están los habitantes de los castigados kibutzim de alrededor de Gaza cuyas casas fueron incendiadas con todas sus pertenencias. El Estado se hace cargo de las reparaciones totales por ser consecuencia de un acto de terror y no un inesperado fenómeno de la naturaleza. Y además, su estadía fuera de sus casas a todos los evacuados (cerca de 200 mil) tanto del norte como del sur, que habitan mientras tanto en hoteles de todos los rangos de estrellas, incluyendo los más lujosos. Paga el Estado.

Lamentablemente los caídos dejan a sus familias quebradas y el Estado también ahí paga indemnizaciones. Y sin que me conste completamente, me imagino que aquellos chicos que han quedado huérfanos en esta guerra tendrán su amparo económico a manos de Israel. También están los dueños de cultivos de todo tipo a lo largo y a lo ancho del país que, como dijimos ya, no pueden absorber a sus empleados que provenían de los territorios en disputa con los palestinos porque las puertas se han cerrado. Las pérdidas por las cosechas inutilizadas son grandes. Detrás vienen los que les cayeron misiles en sus casas o autos y demás.

Supongo que mi lista es incompleta pero se dan cuenta de las dimensiones. Y si no… imaginen sus hogares, con el sueldo que reciben mes a mes, y que de repente sus tres hijos tengan que hacerse en el mismo mes ortodoncia, anteojos, irse de viaje de egresados y comprarles teléfonos. Imaginen qué pirueta imposible tendrían que hacer para afrontar ese mes. Bueno, así está el Estado. Y uno se pregunta de dónde sale toda esa plata. Porque, ya lo sabemos, sacando a EEUU que aporta armamentos (¡y a Dios gracias por eso!) no veo que se estén organizando colectas en todo el mundo para paliar esta situación. Lo que me recuerda que en el próximo terremoto que haya en Europa, en vez de colaborar, quizás me compre una remera de Los Rolling Stones.

Lo que tenemos que agradecer es que no seamos Haití. O que no seamos siquiera… no sé… Uruguay o Argentina. Porque estoy seguro de que la situación sería terrible. Si bien el país está atravesando una crisis enorme a nivel económico, en las miles de horas de televisión todavía no hay casi nadie encendiendo las alarmas de las tremendas consecuencias que va a deparar todo este gasto en la vida de los israelíes cuando pase la tormenta. Lo único que espero es que hayamos ahorrado lo suficiente como país para que esto, encima de todo lo que está causando, no nos mande para atrás unos cuarenta años.

Guerra con Hamás – Día 80

Salpicón de Kilombos

Mientras que en Israel siguen apareciendo las noticias de soldados que caen en combate, y en Gaza los muertos se cuentan de a decenas (terroristas y también inocentes civiles que son retenidos en zonas de combate), en el canal de Suez, gracias a la coalición que formó EEUU con doce países para garantizar la navegación amenazada por los Huties yemenitas, una de las grandes compañías de navegación avisó que vuelve a mandar sus barcos comerciales por esa vía. Y mientras siguen las negociaciones para tratar de llegar a un acuerdo con el Líbano para alejar a las fuerzas de Hezbollah del sur cercano a Israel a cambio de no hacerles mierda el país como lo que pasa en Gaza, aparece la rutilante noticia, no negada por Israel, de que abatieron a un altísimo militar terrorista iraní, en suelo de Siria. Y eso no es una noticia menor. Irán es el gran patrocinador de todo teatro de agresión al mundo judío. Irán es un régimen fundamentalista, religioso, que no tolera que existan «herejes» (es decir, quien no es musulmán) en el mundo. Y por eso financió y organizó los atentados en Argentina, financia Hezbollah y también patrocina a los huties de Yemen y a Hamás. Sin importar si son chiítas o sunitas o lo que sean. Mientras estén en contra de los judíos, alcanza.

Irán anunció represalias contra Israel. Suelen ser buenos amenazando, pero cumpliendo, menos. Dijeron cosas como «empiecen la cuenta regresiva en Tel Aviv». Y un poco de cagazo nos da a los que no manejamos información de la buena. Porque se imaginarán que a los diarios no llega todo lo que sabe el Mossad. Debemos tener informantes que avisan cuales son los planes de Teherán. Aunque esta vez, espero que les den bola a esos avisos, porque cada día que pasa nos enteramos de que lo que pasó el 7-10 faltaba que lo publiquen en el suplemento de espectáculos del Diario Clarín para que lo sepa todo el mundo, pero los altos mandos, aparentemente, desestimaron el peligro pensando que iba a ser poca cosa. Algo a lo que ya estábamos acostumbrados. Cinco o seis terroristas en moto. Pero fueron más de 2 mil.

Así que ahora a no dormirse, porque si Irán se despierta un día cruzado -y sabemos que esta gente puede cometer locuras- las consecuencias pueden ser tremendas. Aunque eso sí: cualquier acto ejecutado directamente por Irán, le dará a EEUU la luz verde que -quizás- tanto está esperando para legitimar un ataque a ese país, que le viene mojando la oreja desde hace unos cuantos años. Y ahí sí, tendremos la Guerra Mundial que yo estaba «pidiendo» hace dos días, para que realmente se pueda barajar y dar de nuevo, y crear el tan mentado «Nuevo Medio Oriente». El costo puede ser terrible, eso lo podemos intuir, pero quizás sea el único camino.

Guerra con Hamás – Día 79

¿Cual es tu solución?

Los últimos tres días fueron terribles para la sociedad israelí. Cerca de 20 soldados murieron en las batallas de Gaza. Una cifra que, tan concentrada, pensé que iba a ser un quiebre. Porque el pueblo de Israel atesora la vida. Y nada justifica tantas pérdidas. En teoría. Me imaginé que la gente iba a salir a las calles a decir basta. Imaginé que todos iban a cambiar de opinión y decir terminemos acá. Ya sufrimos demasiado. Y sin embargo no. La tristeza es enorme, el dolor se apodera de todo, pero la opinión pública sigue diciendo que hay que seguir.

La Franja de Gaza está devastada. El 7-10 lo único que se escuchaba decir en las calles de Israel era «Hay que aplanar toda la franja. Que no quede nada». Y nadie en realidad creía que iba a ser eso lo que prácticamente iba a hacer el ejército. Era más una expresión de deseo. Venganza pura y animal. Pero para sorpresa de todos, el destrozo edilicio en Gaza es increíble. No queda nada. Y sin embargo siguen saliendo terroristas armados de cada agujero como ratas, con el único objetivo de matar. Porque saben que no van a conseguir nada. Ninguno de sus objetivos. Solo matar hasta que los maten. 8000 de ellos ya murieron en combate. Y no llegamos ni a la mitad de los que son.

Y las mesas de café en Israel se la pasan esbozando soluciones. Como la Guerra Mundial que propuse anteayer. Y así miles más. Hoy traigo una idea que hasta los aspectos técnicos estuve pensando y me gustó bastante. Ustedes saben que la famosa reja que voltearon el 7-10 en realidad es un proyecto de miles de millones de dólares, con 8 metros de profundidad y kilómetros de extensión, sensores electrónicos, cámaras etc. Y no sirvió. O no lo supimos hacer andar correctamente. Pensamos que eso era suficiente por sí solo. Ingenuos. Los 8 metros fueron una papa para los 60 que saben construir los amos del mal, que inventan lo que sea con tal de poder mejorar su máquina de matar.

Entonces, hagamos algo un poco más drástico, geográficamente hablando: Cavemos una fosa, como la de los castillos. Si podemos ponerle cocodrilos, para que sea más pintoresca, mejor. Arrancamos del mar, de nuestro lado de la frontera, para que no digan, y rodeamos toda la franja hasta el mismo límite con Egipto al sur. Cavamos hondo, tan hondo como sea necesario, y como cuando hacíamos castillos en el mar y le agregábamos una canaleta para que las olas trajesen el agua del mar, acá lo mismo. Invitamos al mar a llenar la fosa y a rodear la franja de Gaza. El agua es gratis. Y podemos cavar lo que sea necesario. 80 metros. Y si intentan un túnel aún por debajo, la liviandad del fondo del mar les va a derrumbar todo. Les va a ser imposible pasar. Y trabajo, ya lo dije en posts anteriores, no se les va a ofrecer más de este lado del canal. Que se busquen ocupación en la franja. La construcción puede ser un rubro en alza por esos lados, se me ocurre. Y los tenemos separados. Físicamente. El «Canal de Octubre» lo llamaría. Y si a alguno se le ocurre dar un empujoncito para convertir a Gaza en una Isla y que se vaya flotando por el mediterráneo, ¿sabes qué? Me gusta. Que llegue a las costas de España o de Londres y que los tengan ellos de vecinos. A ver cómo les va.

No sé cual es la solución que se les ocurre a ustedes. A ver si me cuentan. No sé… creo que yo ya empecé a desvariar. Esta guerra nos está volviendo locos a todos. Y parece que yo ya estoy en camino.

Guerra con Hamás – Día 78

El «me too» de la guerra.

Todos los años en la fiesta de Pesaj, el pueblo judío lee, antes de comer hasta reventar, la «Hagadá». El nombre Hagadá viene del verbo leaguid, que significa contar, decir. Y esa lectura relata los padecimientos que tuvo en la antigüedad, durante 400 años, el pueblo de Israel en Egipto, en donde fueron reducidos a esclavos, y la larga travesía hasta que lograron salir y volver a la Tierra Prometida. La lectura, por más que uno ya se sabe la historia de memoria -y justamente a propósito de la memoria- tiene como objetivo, «que cada uno se vea a sí mismo como si hubiese salido de Egipto». Esa cosa de la identificación con aquel que sufrió y luchó para que nosotros podamos hoy, estar sentados cómodamente a punto de comer nuestra comida festiva.

En estos meses grises de guerra en dos frentes, abundan las historias en primera persona, las vemos en vivo y en directo. Todavía no hay libro que cuente lo que pasó y podamos leer. Y a mí me pasa algo así como en Pesaj: me veo a mí mismo en cada una de esas situaciones. No puedo evitar empatizar a tal punto que, como decía mi madre cuando a mí me dolía algo, «ojalá yo me muera y a vos no te duela el pie», por ejemplo. Si bien lo de mi madre era un poco exagerado, la idea se entiende.

Luego de haberse recompuesto un poco, lo que se puede, y de haber brindado testimonio a las fuerzas de inteligencia, los secuestrados que fueron liberados empezaron a dar extensas notas en televisión contando lo que los autorizaron a contar. Cómo pasaron los días en Gaza en cautiverio. En qué condiciones. Comiendo qué y cuánto. Las noches de soledad absoluta y los días en completa oscuridad. Las mañanas que se ponían a gritar para romper ese silencio ensordecedor. El miedo de los bombardeos que venían a rescatarlos pero que a la vez podrían haberlos matado. Y las consecuencias hoy en día, cuando a cada rato miran con cuidado al salir del refugio porque piensan que puede estar lleno de terroristas como aquel 7-10.

Y cambiás de canal y ves el entierro de un soldado. Y su esposa de 29 años hablando entre llantos desgarradores, que apenas se entiende lo que dice, que grita desolada que su vida se la arrancaron. Que su esposo que acaban de enterrar le había prometido que iba a volver sano y salvo y que la iba a llevar de vacaciones a Grecia cuando todo termine. Y la madre de esa mujer, que la abraza para calmarla también rompe en llanto y no puedo menos que imaginarme que ese duelo es inimaginable. Que no es como cuando mi padre murió de un infarto, que en algún lado todos en la familia pensábamos que podía pasar. Y que con el paso de los días le encontramos la lógica y lloramos un llanto lógico. En este caso el duelo puede ser eterno. Porque dentro de cuatro meses esa mujer va a ir a la panadería y va a ver un soldado comprando matzá para pesaj y se va a poner a llorar desonsolada nuevamente ante la mirada asombrada de quienes están en la cola para pagar. Y tres meses más tarde, cuando esté en el colectivo para ir a trabajar y vea una propaganda de turismo para el verano ofreciendo tours de all inclusive en Grecia tenga que taparse la cara para ahogar un grito que nuevamente la translada a esa tarde en el cementerio cuando se dio cuenta de que ese viaje ya no iba a ser posible.

Y yo no puedo no empatizar. Me imagino estando en cada una de esas situaciones. Me imagino a mi esposa llorando. A mis hijos pidiendo que me rescaten de Gaza y que sea ahora mismo, cueste lo que cueste, a mi hermana desde Uruguay preguntando a diario si ya volví del frente. A mí mismo reclamando en una silla de ruedas que el estado me ayude luego de haber dado mis piernas para salvar el cadáver de un soldado de mi pelotón. Me imagino a mí mismo en un acto oficial de soldados caídos y se me parte el corazón en mil pedazos.

Otra «Hagadá» nace en esta terrible guerra. Y yo no dejo de sentirme «como si yo mismo…». Y ya no puedo más.

Guerra con Hamás – Día 77

Una guerra mundial.

Hay quienes dicen que este conflicto entre Israel y los palestinos, que hoy tiene en particular su sub-versión específica contra Hamás, no tiene solución ni la va a tener. Porque no se puede negociar cuando el objetivo inquebrantable e innegociable de una de las partes es la desaparición de la faz de la tierra de la otra. Se han probado cosas. Darles plata, no darles plata. Ofrecerles territorio, darles territorio. Darles armas, quitarles armas. Dándoles trabajo, no dándoles trabajo. Nada. Todo lo que se hizo siempre dejó la situación peor que antes. Peor para Israel y peor para los palestinos. Especialmente para los palestinos que tienen la sola intención de ir a trabajar a la mañana y volver a la noche con la comida para su familia. Porque ahora están gobernados por terroristas que los sumen en la peor miseria. Mucho peor que cuando estaba Israel metido en las entrañas de Gaza.

La gente hoy en día critica a Netaniahu y lo responsabiliza porque le pasó valijas de dinero a Hamás. Dos cosas me dan ternura en esa gente. Y discúlpenme si lo digo con un poco de cinismo, es que a veces la politiquería barata ya cansa. La primera, es que con el diario del lunes (en Israel se dice el diario del domingo) todos somos inteligentes. Sabiendo que algo no funcionó, los geniólogos pueden salir a decir que es una pésima idea. Así como también la idea de Shimon Peres de colonizar los territorios. Eso lo dicen menos. La segunda es pensar que de toda la plata que recibe Hamás, incluyendo las millonarias sumas desde el millonario país Qatar, es la que le pasó Netaniahu justamente la que financió sus actividades. No tengo los números para presentar, pero no es muy difícil imaginarse que los millones de los países árabes fluyen en cantidades astronómicamente más altas que la plata que Netaniahu intentó usar como incentivo para mostrarles que pueden construir un mejor presente y, así, intentar que entren en el juego de la pacificación. Pero todos sabemos a dónde fue esa plata. Nos cae en la cabeza a diario cuando suena la sirena.

Y volviendo a las soluciones, cuando ya no tenés nada más en el manual de cómo poner fin a una organización terrorista, cuando nada de lo que funcionó con ETA o el IRA o demás funcionó, ya te agarrás de cualquier idea loca para decir «probemos con esto». Y la mía es una guerra mundial. No sé si la tercera, pero sí una escalada que abra las puertas de una gran reestructuración.

En estos momentos Estados Unidos despliega una fuerza compuesta por 12 países (¡es un montón!) para contener y combatir a los Hutíes. Banda terrorista de Yemen de la cual casi nadie había escuchado antes de esta guerra, apoyada por Irán. Con un poco de risa podríamos pensar que se armó especialmente para esta guerra para romper las pelotas, pero en realidad data de 1990. Los Hutíes están atacando con misiles no solamente a Israel (los misiles tienen que pasar por encima de la Meca, la ciudad más sagrada del mundo para el pueblo musulmán; ni me quiero imaginar si les falla un cohete y les cae ahí encima) sino que están bombardeando a todos los barcos que (según sus palabras) sea israelí o tenga algún tipo de relación con Israel. Quizás alcance con que el cocinero del barco sea judío para bombardearlo. Y el mundo se puso de pie, mandó sus baterías anti-misiles y sus barcos para ir hasta allá a combatirlos. No vienen a ayudar acá, pero al menos movieron su cómodo y pesado culo. ¡Es algo!

Y uno, que está con la vida en suspenso, escribiendo un post diario sobre la guerra desde hace 77 días consecutivos en lugar de postear cosas que hagan reír como siempre, y ya está harto de ver como la madriguera de Gaza no termina de vaciarse de la plaga que es Hamás, piensa que si se arma un kilombo de aquellos como en la Primera Guerra Mundial, que empezó simplemente con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, quizás permita barajar de nuevo de manera más radical. Algo que permita al mundo civilizado decirle a los terroristas «señores, se acabó la joda, bienvenidos al mundo nuevo; nos rompieron las pelotas y esto se terminó».

Pensemos que cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, el barajar fue tan radical que nacieron la mitad de los países que conocemos hoy en día, que antes estaban en manos de las grandes potencias, que se fueron retirando, dando lugar al nacimiento de, sin ir más lejos, a Jordania y a Israel entre otros. Y la cosa cambió radicalmente. Quién te dice que un gran conflicto no termine decidiendo que Gaza se anexa a Egipto, o que a los palestinos se les asigna un territorio para que creen un país como se hizo en 1947 con los judíos del mundo en Israel. Teniendo la pericia esta vez, de ponerlo en un barrio más cerca de Qatar, si se puede. Como decía la maestra: «si se siguen peleando los voy a separar».

No sé. Insisto en que no son un experto en política internacional. No hago charla barata de feria con el diario del lunes. Al revés. Trato de inventar posibles soluciones creativas. De acertar el Prode loco de este mundo. Uso mi creatividad en función del equilibrio o la paz mundial, ya que no me están dando tiempo libre para dedicarla a cosas más divertidas. Veremos si ese es el camino. Cueste lo que cueste. Como todas las cosas.

Guerra con Hamás – Día 76

El síndrome de Estocolmo.

Siempre que me cruzo con casos que cuentan del Síndrome de Estocolmo lo miro como si fuese ciencia ficción. Ese extraño e increíble vínculo que nace entre un secuestrador y el secuestrado en el que la víctima se encariña o se enamora de su captor. Han habidos cientos de casos alrededor del mundo y se han estudiado mucho las razones por las cuales las personas establecen ese inentendible afecto por su victimario.

En el caso de la gente como conjunto, también se da. Y ya sé lo que están pensando: puede ser que una persona se vuelva loca y se case con el que lo secuestró porque durante tres meses estuvo conviviendo en cierta forma con él, le traía comida, le ponía música para que no se aburra y al final… bueno, se enamore. Pero si se trata de un pueblo, no podés creer que eso ocurra. Porque siempre habrá alguno que se despabile y le abra los ojos a los que empiezan a caer en ese insano síndrome. Y sin embargo, ocurre.

Ejemplos. Arranquemos por los habitantes del sur de Israel: Ashkelon, Sderot… Ciudades que desde hace años viven corriendo al refugio por los misiles de Hamás. Y no solamente en la guerra. Ellos corren todo el año. Y sin embargo, siguen votando al oficialismo de Netaniahu con una devoción que nadie puede entender. Lo defienden a muerte cuando todos podríamos fácilmente imaginar que algún día el voto bronca podría hacer que le den la espalda. Cansados de escuchar los slogans de «Solamente Bibi es fuerte contra Hamás» y demás, deberían darse cuenta de que nada cambió en 30 años. Y aún lo votan.

Sigamos con Argentina: La Matanza es el bastión peronista que sigue inundándose y sigue con sus calles de tierra y los desagües de los años 60, y se podría presentar Piñón Fijo de candidato por el peronismo y también lo votarían. Como dijo Milei: se enamoran de un sistema que los empobrece. Inentendible.

Y volvamos a nuestra zona para ver y tratar de entender cómo los palestinos de Gaza siguen apoyando a Hamás, cuando lo único que logran de ellos a lo largo de las décadas, es perder lo poco que pueden construir cada tres o cuatro años a manos de bombardeos Israelíes, causados por ataques iniciados por Hamás. Porque nunca es Israel el que empieza los operativos en forma espontánea. Es Hamás quien tira del piolín siempre. Y los gazatíes tienen las casas tomadas, les entran en medio del día para refugiarse, los usan de escudos humanos, los ponen en peligro disparando desde sus terrazas (sabiendo que inmediatamente Israel devolverá fuego al lugar del cual provino el disparo) y ahora los tienen amuchados a todos en el sur, mendigando comida y viendo delante de sus propios ojos como la ayuda humanitaria se la lleva en forma prepotente Hamás y no comparte nada con el pueblo. Y aún así, la gente sigue apoyando a Hamás. No hay signos de quiebre en la sociedad palestina en ese sentido.

Mi vieja, cuando algo se extendía más de la cuenta decía «más largo que esperanza de pobre». Nunca imaginé que podría ser tan larga esa esperanza. No me entra en la cabeza que puedan imaginar que luego de esa tormenta de miseria en la que los tienen sumidos, saldrá el sol yendo por ese camino. No queda otra que pensar que padecen del mismo síndrome del que hablábamos. E Israel debería utilizar a gente entrenada en esas ciencias no-exactas para saber cómo dirigirse al pueblo palestino y ser capaz de encontrar el formato correcto que pueda abrirles los ojos. Que puedan finalmente ver que la verdadera causa de que no tengan ni siquiera cuatro paredes, es justamente su devoción a Hamás. Que se despabilen de una buena vez de esa dictadura del terror que no solo ataca a Israel sino a ellos mismos.

Les dejo la canción que compuse hace dos años, «Ramallah» que habla justamente de esa gente. El estribillo podría cambiarlo a Gaza en vez de Ramallah, quedaría perfecto también.

Guerra con Hamás – Día 75

La información.

En este mundo en el que todo es información y en el que hay que llenar los diarios con noticias no una vez al día cuando se imprimen a la madrugada sino durante tooooodo el día en el sitio de internet y en el noticiero interminable de la televisión desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche, los medios cumplen una función fundamental (para bien y para mal) en el desarrollo de la guerra.

Sabemos que los palestinos son especialistas en hacer teatro delante de las cámaras de televisión y tienen un aparato de propaganda que muestra mentiras que en muchísimos casos fueron desenmascaradas: personas muertas que son actores que de repente se levantan, muñecos haciendo de bebés muertos, personas hospitalizadas que se levantan cual Lázaro y de repente caminan como si nada, madres gritando a la cámara desesperadas que luego de que los flashes se apagan se calman como por arte de magia.

En esta guerra han montado operativos holywoodescos para entregar a los rehenes, mostrándose como amigos que les acaban de alquilar un Air B&B a los secuestrados y han obligado a los rehenes israelíes a hablar a las cámaras criticando al gobierno israelí y exigiendo que cesen los ataques porque los ponen en peligro a ellos. Videos que la prensa israelí ha decidido no mostrar, por ser considerados manipulación psicológica de Hamás.

En cambio sí hemos visto videos de terroristas capturados de Hamás, confesando los actos del 7-10. Hemos visto como con frialdad que da ganas de matarlos nos relatan cosas como que «el objetivo era matar a la mayor cantidad de judíos posible»; «todo adulto de más de 18 años para nosotros es un soldado enemigo»; «por cada secuestrado que traíamos eran 10 mil dólares». También vimos ayer al director de un hospital confesando que esa institución es un centro de actividad de Hamás, que se esconden ahí, que guardan armamentos, que tienen túneles de escape y toda la parafernalia, porque saben que allí los judíos no atacan.

No quiero se aguafiestas, pero… ¿por qué no habrían de pensar en el mundo que también nosotros los que los obligamos a decir esas cosas como ellos hicieron con los rehenes? Si quiero ser coherente conmigo mismo, tengo que decir que se puede desconfiar de lo que dicen en esos videos.

Lo que sí es convincente es que una vez que nos metimos en Gaza, todas esas cosas las pudimos mostrar. Colegios con depósitos de armas, túneles en casas de familia, granadas en la cuna de un bebé y demás. Se ha visto y se ha probado.

Pero ustedes sabe cómo es: el que no quiere ver no vé ni que se lo pasen por delante de la nariz. Israel esta vez reclutó a artistas famosos como Gal Gadot, como Jerry Seinfeld (estuvo ayer en Israel) y demás. Y sé que me contradigo porque si me preguntás a mí: que se vayan todos a la mierda. Estamos solo en ésta. Pero si quieren mi consejo creo que nos seguimos quedando cortos. Creo que hace falta ser más efectivos. Más convincentes. Si quieren hacer una campaña realmente buena, hablen con Coca-Cola. Con aquellos que se metieron en la cabeza de la gente a la fuerza y fijensé cómo hicieron. Todavía nos falta mucho para ser más convincentes en esa materia.

Guerra con Hamás – Día 74

La fórmula mágica

Cuando sos joven tenés que decidir cosas sencillas, que a tu edad te parecen la decisión de Sofía, pero en realidad no lo son: comprar un Ford o un Renault? Alquilar en Almagro o en Villa Crespo? Nada en realidad es tan importante. Sin embargo, con el tiempo las decisiones que tomás no son tan fáciles y en ambos casos tenés que aceptar pérdidas. Te cambiás de trabajo porque te ofrecen más plata, pero te toca un jefe muy choto. Te separás de tu novia porque la cosa no da más y después la extrañás hasta las lágrimas.

Y cuando tus decisiones tienen implicancias sobre la vida de los demás, la cosa se complica aún más. No a todos les toca tener que despedir a alguien en el trabajo. No a todos les toca tener que decidir que tal o cual subsidio a una solicitud de financiamiento no va a ser otorgada. No a todos les toca decidir que una persona va a tener que ir a la cárcel por 16 años por un crimen que -casi seguro- creemos que cometió. No a todos les toca rechazar el pedido de adopción de un niño a manos de un matrimonio mixto. No a todos les toca decidir si operar a una persona a riesgo de dejarla paralítica.

Si alguna vez tuvieron que decidir que por haberse fundido el motor, las vacaciones de verano se cancelaban, imagínense por un momento tener que decidir mandar al frente a 5 mil soldados, pibes de 19 años, a un campo minado, lleno de terroristas que no llevan uniforme, que pueden salir de cualquier agujero y que, sin importar si se mueren en el acto, les quieren poner una granada en la cabeza. Ahora imagínense que ustedes saben, por experiencia y estadística irreprochables, que 400 de esos chicos van a morir. Y que otros 750 van a perder alguna extremidad. Que los que tengan suerte perderán la mano menos hábil y los que menos, no podrán volver a correr por el parque ni nadar en el mar.

A veces cuando uno ve a una persona haciendo algo mal, le dice «correte» y lo hace uno mismo porque nos hacen perder la paciencia. Y ahora tenemos a un grupo de gente tomando decisiones que afectan a todos nosotros. A quienes más, a quienes menos. A algunos cuyos familiares pueden morir en cautiverio, a otros cuyos hijos pueden tener que quedarse en el frente 3 meses más tirando la moneda de «hoy me muero o no?». A algunos cuyos hijos están en el colegio aprendiendo a sumar y, dependiendo de cómo termine esta guerra les van a llevar los hijos a la próxima incursión terrestre a Gaza y serán ellos los que tiren la moneda al aire a diario. A otros que exigen volver a tener su casa con vista al campo y sus mañanas con pajaritos cantando, porque se lo ganaron y se los tienen que devolver. A algunos cuyos negocios se fundieron y exigen una completa restitución económica ya que por culpa de decisiones políticas con las que no están de acuerdo, se llegó a la situación que los perjudicó económicamente. A otros cuyos familiares fueron violados y masacrados, algunos frente a sus propios ojos. A algunos cuyos empleados que venían diariamente de los territorios palestinos a construir edificios ya no pueden entrar al país y ven que no van a terminar la obra a tiempo y van a tener que pagar multas y alquileres a todos los que tenían que recibir su casa en fecha.

Y ahora piensen que cada uno de ellos pretende una solución que, indefectiblemente va en detrimento de la solución del de al lado de ese grupo de gente. Y piensen si fuesen ustedes los que tuviesen que tomar esa decisión que los beneficia en sus exigencias, sabiendo que inmediatamente en ese mismo acto, hay uno que va a tener lo opuesto a lo que exige.

Y a todos aquellos que crean que los gobernantes y los militares que manejan el país y el ejército tienen una fórmula que deja a todos contentos y satisfechos, les recomiendo que abran un poco más los ojos y miren la hoja de papel en la que está escrita esa fórmula: no es un post-it cuadradito amarillo de 3x 3 centímetros. Es una papel afiche de 3 x 3 metros con ochocientas variables, algunas que escribí aquí arriba y otras que ni siquiera me pude imaginar tratando de parar la pelota.

No es fácil. Por poner un ejemplo, no es fácil entender que 400 jóvenes soldados ya murieron en la misión de rescatar solamente la mitad de los 250 secuestrados (entre vivos y muertos). Y si para alguien es fácil de entender, sinceramente le envidio la frialdad con la que pueden mirar a esas familias a los ojos. A las de ambos lados.

Guerra con Hamás – Día 73

El gran dilema.

Los familiares de los secuestrados exigen que el gobierno firme algún tipo de acuerdo con el enemigo para intercambiar más presos por el retorno de sus seres queridos. El gobierno y el ejército dicen que solamente la presión militar va a llevar a Hamás a verse obligado a liberarlos. Es entendible que los familiares quieran ejercer presión para que al gobierno no se le ocurra especular con tal o cual cosa antes de bregar por un intercambio. Que no tengan la opción de postergarlo.

La pregunta que me gustaría hacerle a todos los israelíes es la siguiente: ¿Estarían dispuestos a ir TODOS a una manifestación para EXIGIR al gobierno que deje todo de lado y que dé lo que tenga que dar para recuperar a los secuestrados? No se apuren a responder.

Ahora les quiero mostrar otra arista del conflicto: hay 200 mil personas (el 2.2% de la población) (lo que en argentina sería el equivalente a 1 millón de personas, para que se hagan una idea) que en este momento no tienen casa y están viviendo desparramados por el país, evacuados. No pueden trabajar en sus lugares de trabajo. Si tenían un negocio, en este momento tienen cero ingresos de dinero y las cuotas de la hipoteca les siguen cayendo (al margen de ciertas bonificaciones que dieron los bancos y facilidades que les otorgó el gobierno). Pero me imagino que entienden a dónde apunto. Toda esa gente también tiene parientes en todo el país que se solidarizan con ellos, así que estaríamos hablando de un gran porcentaje de la población que no sabe si va a poder volver a su casa mientras en Gaza o en el sur del Líbano sigan habiendo amenazas de ataques como el del 7-10 sin una solución definitiva.

Esa gente ¿iría a esa manifestación? ¿o quizás armaría otra que puje por aplastar y aniquilar a Hamás y Hezbolláh para poder tener una vida normal como la de todos los que no vivimos a 2 km de Gaza o del Líbano?

Y ahí tenemos un conflicto. ¿A qué manifestación vamos? Porque ambos objetivos, hoy por hoy, se contradicen. Si el gobierno avanza militarmente para terminar con Hamás, pone en peligro a los secuestrados. Y si acepta un cese del fuego PERMANENTE -es la exigencia de Hamás para negociar- para recuperar a los secuestrados, tenemos al 2.2% de la población en condiciones de sin-techo y desocupados y a un país que no se puede dar el lujo de poblar su propio territorio debidamente.

Es fácil criticar al gobierno. Es fácil decirle al ejército lo que tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo. Pero mirando la situación poniéndose en los zapatos de TODOS, vemos que la cosa no es tan sencilla. El Rey Salomón tendría que venir a decir que corten a ese niño por la mitad, a ver si se resuelve qué es lo que hay que hacer.

Guerra con Hamás – Día 72

Tampoco esto le voy a perdonar a Hamás.

Con los ojos en Qatar, hace un año vivíamos uno de los días más felices de nuestras vidas al ganar el tercer mundial con Argentina. Y desde ese momento, todos los 18 de cada mes, con excepción del aniversario del atentado de AMIA, festejé. Pero hoy, el 18 más importante, el del aniversario, Hamás me lo arruinó. Si bien vine a trabajar con la albiceleste, no es lo que yo imaginaba. Tenía pensado volver a raparme como aquel 18 cumpliendo la promesa y hacerlo cada año. Pero me lo arruinaron. No tengo ánimos para causar risas.

Hamás nos sumergió en una rutina de levantarnos a la mañana y ver a cuántos soldados perdimos ayer, a ver si en Qatar hay nuevas negociaciones por los secuestrados, a ver si de una vez por todas lo agarraron a Sinwar de los huevos. Yo le dije el otro día a mi hijo, con el que vi la final hace un año, que para compensarnos, hoy, 18 de Diciembre tendrían que liquidarlo al hijo de puta. Nos quedan unas cuantas horas. A ver si Dios es Argentino hoy también y restituye una sonrisa merecida a quienes estamos esperando ganar también esta final.

Guerra con Hamás – Día 71

Ayer en la plaza de los secuestrados Hernán Feler habló frente a todo el público, en el acto de la noche. Hernán es amigo de mi infancia en Ramos Mejía, cuya tía Ofelia fue liberada de manos de hamás hace diez días. Hernán vive en Argentina y es un famoso relator de fútbol por televisión. Le ha tocado relatar a la selección argentina en estos días, a Boca, a River y demás. Y en todos los partidos abre -lo sigue haciendo- condenando a Hamás en forma explícita y enérgica y pidiendo por los secuestrados. También pregunta a quién sepa que le está hablando «¿cómo no te da vergüenza quedarte callado?» Y quiero destacar la valentía que demuestra Hernán, en un país como Argentina en el que los judíos no son popularmente queridos. Al revés justo que en Israel, en donde los argentinos somos queridos incondicionalmente. En Argentina defender a los judíos, y más en un ambiente como el del fútbol, en el que la gente iluminada no abunda en las tribunas, es un acto casi de heroísmo. Hay que tener los huevos bien puestos y aguantar el miedo. Y desde acá le quiero agradecer y expresar mi admiración.

Las primeras conclusiones de la trágica muerte de los secuestrados a manos del ejército de Israel por accidente indican que pasó lo peor que podía pasar: que se identificaron con bandera blanca, que salieron sin remeras para que vean que no eran terroristas con cinturones explosivos, y hasta gritaron en hebreo. Pasa que el enemigo de mierda que tenemos efectúa como práctica constante eso y mucho más. Gritan en hebreo, ponen muñecos de bebés y mochilas y juguetes manchados con sangre, todo para atraer la atención de los soldados, y cuando llegan, los espera una trampa explosiva y así los pueden asesinar. Por encima de eso, y también contra las leyes internacionales de la guerra, que obviamente no respetan, los terroristas no tienen uniforme y van vestidos como civiles. Esos que vieron de negro con la vincha verde, eran parte de la puesta en escena de la liberación de los secuestrados. En el campo de batalla están en pantalones de gimnasia en afán de confundir a los soldados israelíes y evitar que les disparen de entrada, ganando segundos vitales en los que son ellos los que pueden disparar y matar.

Creo que no hay uno solo en este país que no se imaginó que podía pasar algo así. También que descubramos que en algún bombardeo, rehenes salgan heridos o peor. Y aún así, naturalmente, duele y duele mucho.

Mientras tanto, en el día a día, seguimos en la rutina de la guerra. Caídos en las files de nuestros jóvenes soldados, familias que tendrán que aprender a vivir con el dolor, y un país que no logra cambiar su historia de 5 mil años de ser siempre perseguido. ¡Si hasta Alemania después de lo que hizo logró ser un país aceptado por el resto del mundo (exceptuándome a mí)! Pero nuestra suerte es diferente. Caminamos prácticamente solos frente a la opinión pública mundial. Por eso mismo, tenemos que preocuparnos por nosotros mismos sin escuchar a nadie más. Por otros 5 mil años más de supervivencia.