Guerra con Hamás – Día 138

Así somos los judíos.

Unos boludos. Así somos. En este vecindario tan lindo como el del Chavo en el que vivimos, todos los que nos rodean son como Doña Florinda: ante la menor duda, primero dan un sopapo. Nosotros somos Don Ramón, que lo único que queremos es hacer la nuestra, sin romperle las bolas a nadie, y de repente alguien se agacha y la ligamos nosotros.

Al grano: alcanza con que Israel ataque en forma quirúrgica y precisa un auto para matar a un líder terrorista, sin bombardear ciudades, sin muertes de civiles alrededor, cuidando que el hijo de ese terrorista no esté con él en el auto y todo, para que al día siguiente Hezbollah o Hamás o Fatah salgan a atentar contra civiles a diestra y siniestra o a bombardear con decenas de cohetes ciudades civiles y que muera quien muera. Y si les preguntan: «es en represalia porque mataron a quien sea que haya sido».

Pero nosotros no. Somos unos boludines. Dejamos pasar todo como si hoy no hubiese habido un terrorista en medio de un embotellamiento en el que nadie tenía a dónde moverse y haya salido de su auto con un arma automática y haya disparado a quemarropa contra las pobres personas que iban a trabajar en su auto. Un muerto, seis heridos graves, entre ellos una embarazada. El tipo que disparó fue abatido. Se lo identificó: estudiante de medicina en la Universidad. Así que mirá si éste, que se podría decir que es un tipo centrado, con visión de futuro, que estudia y quiere ser doctor, es uno que pierde el norte y dispara, qué esperanzas nos quedan de los que todos los días se dedican a hacer túneles o a tirar piedras a los soldados.

Y nosotros: unos boludines. Jamás vamos a hacer un bombardeo de venganza por el atentado. Nos bancamos eso como si no nos hubiesen dado un penal obvio. No protestamos porque tememos la tarjeta amarilla del referí. Nos tocan la pelota con la mano en el área y nos la bancamos calladitos. Y cuando hacemos nosotros un faul, nos bombardean o nos mandan lobos solitarios a asesinar civiles a quemarropa.

Se me vienen las escenas de las películas en las que uno de los dos tira el arma y se pone en guardia, desafiando al más débil y diciéndole: vamos, mano a mano, vení si sos macho. Me gustaría por una vez, lo sueño, una pelea de igual a igual. En la que cada uno pueda pegar como quiera y cuando quiera. A ver ahí si les quedan ganas de seguirla.

Solo por eso ya me gustaría que tengan un Estado Palestino legal. Porque les duraría veinte minutos. Que sea de igual a igual. De país a país. Porque no se van a aguantar y van a atacar. Y ahí sí, se los hacemos mierda en 40 minutos y a otra cosa mariposa.

Tienen suerte que yo no sea Primer Ministro.

Deja un comentario