Guerra con Hamás – Día 63

Mientras el intercambio de rehenes quedó atrás y casi nos olvidamos de las interminables noches en las que esperábamos la combi de la cruz roja, ahora ya es casi una rutina escuchar las noticias desde Gaza. Las noticias que no son agradables nunca y uno quiere no acostumbrarse nunca. Porque el ejército sigue entrando durísimo en el sur de Gaza, pero también a razón de 3 soldados por día por lo menos dejan la vida en medio del combate.

Y ves las fotos del destrozo enorme en Gaza, que parece una ciudad después de un terremoto, y ves las fotos de las detenciones en masa de los terroristas en calzoncillos en el medio de la calle y hacés las cuentas pensando que esto ya se termina. Que Hamás está en las últimas. Pero no. No es así.

Porque todavía ayer volaron misiles sobre Tel Aviv. Y si mirás el mapa, suponés que al haber alejado a Hamás del norte de Gaza, los misiles los pueden disparar desde el sur, y en teoría no llegarían pues tan lejos. Sin embargo llegan. Y eso da cuentas de que Hamás todavía goza de buena salud, lamentablemente.

Porque todavía tienen 137 rehenes y ayer en un intento fallido de rescate (no tenemos más detalles sobre esa operación) dos soldados israelíes murieron y no sabemos cuántos de los rehenes están vivos o no. Y quizás mueran más de 137 soldados para recuperar a los rehenes o sus cuerpos. Ni la lógica ni las matemáticas mandan en la guerra.

Porque a través del New York Times, que suele ser a veces el primero que filtra las negociaciones que se vienen llevando a cabo, no estamos leyendo nada acerca de lo que, quizás, están cocinando para resolver algún acuerdo.

Hamás no propone nada (y uno supone que si están con el agua al cuello, intentarían algo) e Israel tampoco. O al menos nada de eso, si ocurre, llega a nuestros oídos.

Mientras tanto, estamos sumidos en un limbo confuso que nos tiene en la indecisión de intentar o no tener una vida normal dentro de la rutina endemoniada de la guerra. Si está bien juntarse a comer un asado mientras los pibes duermen en el barro de Gaza y hacen guardia para cuidarse entre ellos. Si está bien mirar una película en la tele en vez de seguir escuchando los interminables análisis políticos de infinitos expertos sobre lo que pasa, pasó o puede pasar. Estamos en un cuarto intermedio. En una situación de pausa en la que pusimos nuestras vidas hasta que se pueda decir «Misión Cumplida».