Guerra con Hamás – Día 70

Les había dicho que nos esperaban días mucho mas negros y de noticias duras. Y lamentablemente esto recién empieza.

Ayer tres rehenes secuestrados fueron abatidos por error por fuerzas del ejército de Israel. Aparentemente se habían escapado o habían sido abandonados de manos de Hamás y en su camino se toparon con el Ejército y que les disparó pensando que eran terroristas. Un hecho lamentable que lo es más que otras muertes de los otros secuestrados no porque ellos tres valiesen más, sino porque estaban a un paso de ser rescatados. Y da una lástima enorme.

El fuego propio, yo no lo sabía, es causa de un alto porcentaje de muertes en una guerra. Mi hijo en su entrenamiento del ejército me contaba los ejercicios que hacen en los avances escalonados, con un soldado encargado de ser el que marque la fila delantera y el que avisa cuando el relevo de líneas ya se hizo para dar luz verde a los disparos y evitar que haya accidentes de ese tipo. Pero evidentemente los ejercicios no se dan tan fácil y ordenadamente como en el campo de batalla, ni mucho menos en un lugar tan intrincado como la maldita Franja de Gaza.

Estamos hablando de que las bajas por fuego propio en el ejército de Israel ahora, y también en operaciones militares anteriores, llega al 20% ó 30% del total de muertes. Es increíble, y también lo es la frialdad con la que se lo toma. Para todos los que ya conocían ese dato, es normal y lo aceptan como parte del juego. A mí, que me enteré de esos números solamente esta semana, me cuesta horrores asimilarlo todavía.

Por otro lado, un número que existía pero no estaba abiertamente publicado, es que de los 129 rehenes que quedan secuestrados en manos de Hamás, 20 ya fueron asesinados. Algunos el mismo 7-10 y sus cadáveres fueron llevados a Gaza para negociarlos a cambio de presos palestinos, y otros durante su captura. Algunos de ellos son ancianos que no sobrevivieron el maltrato, el hambre, la falta de medicamentos o heridas producidas durante el ataque y secuestro que a la postre les produjeron la muerte.

El horrible hecho de ayer produjo gran malestar en las familias de los secuestrados. Yo intuyo que a pesar de entender que eso era posible, obviamente se desesperan pensando que esa misma suerte pueden correr sus seres queridos. Y salieron a manifestar en forma más enérgica. Quienes están en contra del gobierno desde antes del comienzo de la guerra, subidos a la oportunidad de salir a protestar nuevamente, hoy van a hacerlo. Aquello que hace un par de días les decía que no se veía en la sociedad israelí, de exigir el final de la guerra, quizás se empiece a ver a partir de hoy.

Mientras tanto, el jefe del Mossad está en Qatar apurando la reanudación de las negociaciones por la recuperación de los rehenes. Se van acercando las definiciones. Estaremos atentos. No hay pronósticos. Negociar con esta gente nunca se puede saber, y dictar por la fuerza las condiciones de una guerra, por más voluntad que tengamos, tampoco es posible. A esperar entonces.

Guerra con Hamás – Día 69

En estos días, en Israel, hay una desesperación por tener esperanza. Vemos a un alto mando de la segunda línea de Hamás diciendo que ellos deberían alinearse con la OLP (¡¿se acuerdan?!) y reconocer al estado de Israel para poner fin al conflicto. Y después escuchamos que en el mundo árabe se habla de que los grandes jefes de Hamás (Mashal, Hanye…) que están comodísimos en un hotel de Doha, Qatar, están furiosos con Sinwar (que sigue escondido en Gaza, suponemos) por la forma y la magnitud en que hizo el ataque del 7-10, por haber secuestrado mujeres y niños. Y que hay disidencias en la cúpula de Hamás sobre cómo seguir. Y en la prensa israelí no dejan de decir que se ven signos de quiebre en los terroristas en Gaza. Y vemos 70 de ellos salir con las manos en alto a rendirse y entregar sus armas. Y escuchamos que desde Estados Unidos dicen que los días de Sinwar están contados. Y vemos que hay panfletos en árabe que ofrecen 400 mil dólares por información sobre el paradero de Sinwar.

Y elegimos creer. Porque estamos realmente agotados. Porque queremos saber qué va a pasar. Porque queremos ver cual de todos los futurólogos tenía razón. Porque queremos empezar a ocuparnos de pelotudeces como «qué caro está el kilo de cuadril!» como era antes del 7-10. Porque esa es la vida que nos supimos ganar. Porque nosotros no estamos educados para el odio y la muerte. Y aunque esta guerra nos rasgó un poco la moral y quién más quién menos todos dijimos la frase «que los maten a todos» al menos una vez, en el fondo sabemos que no somos así y que lo que queremos es volver a hacer maratones de Netflix y que los soldados vuelvan a su casa a jugar a la playstation con sus amigos y que la única preocupación de sus novias es cuándo les van a proponer casamiento y no si van a volver vivos a casa.

Y pasó Januca y no vimos ningún milagro. Pero elegimos creer. Porque desde acá, lejos del frente, no nos queda otra.

Guerra con Hamás – Día 68

Nuestras guerras son diferentes

Ayer fue un día duro en Israel. Durante todo el día se estuvieron escuchando las historias de los 10 soldados caídos en Gaza. Muchos de ellos reservistas, padres de familia que salieron de sus casas a defender al país. Cosas que para uno pasaban solo en Netflix.

Y ante semejante cuota de dolor, algunos se pueden preguntar cómo es que la gente todavía no sale a manifestar multitudinariamente exigiendo el fin de la guerra. Que se ponga freno a toda esta locura. Claro, porque lo hemos visto en EEUU en la guerra de Vietnam, o en la incursión en el Golfo Pérsico o en Afganistán, dónde miles de estadounidenses (no les voy a dar el gusto de decir «americanos») perdieron la vida en combate o volvieron traumados para siempre o mutilados. Y la razón por la que ese reclamo no existe en las calles de Israel es porque acá la guerra es por la subsistencia. Es una guerra existencial. Es ellos o nosotros de verdad.

En Estados Unidos el ciudadano promedio dice «qué mierda tenemos que hacer nosotros en Afganistán?» «quién nos erigió en la policía del mundo?» «qué sentido tiene poner la vida de soldados estadounidenses en peligro por cosas que pasan en el otro lado del mundo» «¿acaso corremos peligro acá en EEUU que tenemos que salir a una guerra?». Y si bien se les puede esgrimir alguna explicación de grandes aspiraciones con objetivos del orden mundial, a la madre que perdió a su hijo en la guerra a 10 mil kilómetros de distancia, eso le suena ridículo e inútil.

En cambio, en Israel, por ejemplo, escuchaba a la joven esposa de un reservista que murió en una emboscada en Gaza tratando de recuperar el cuerpo de un soldado secuestrado previamente asesinado, mujer que quedó sola en sus casi treinta años con una nena de 2, y decía con tristeza y calma a la cámara: «hay que seguir hasta aniquilar a Hamás, para que la muerte de mi marido no haya sido en vano». La gente entiende que si no se va a esta guerra, las muertes van a llegar igual, como llegaron el 7-10, pero sin que podamos defendernos. Entonces, aunque nos suene increíble, y visto y considerando a quién tenemos enfrente, la opción menos mala es la de salir a combatirlos.

El único problema es que si el objetivo de aniquilar a Hamás definitivamente no se cumple, y volvemos al estado de antes del 7-10, sólo con unos miles de terroristas menos, será una cuestión de tiempo hasta que se organicen de nuevo, y no habremos conseguido nada. Entonces sí, esa muerte del reservista y de otros tantos soldados israelíes, habrá sido en vano.

Guerra con Hamás – Día 67

Los otros países.

A mí me da risa que a veces digo cosas un poco exageradas para agitar la discusión de café en el trabajo, y al final la realidad resulta ser siempre incluso más exagerada. Hace años vengo diciendo que las decisiones realmente importantes que atañen a Israel, se toman en la casa Blanca. Que ningún gobierno israelí va a decidir nada realmente crítico sin la aprobación de la casa blanca. Esté quien esté en ambos gobiernos. Y en esta guerra, más que en ninguna otra situación política anterior, ya ni se esfuerzan en disimular que mis dichos son acertados. La primera semana, sin perder tiempo, Biden en persona, con sus 81 pirulos viajó 14 horas para hablar durante 6 ó 7 con Netaniahu y Herzog. Luego mandó a Blinken para delinear la táctica y estrategia de la guerra. Y ayer, aparentemente demostrando que hay ciertos desentendimientos entre lo que él pretende y lo que Israel está haciendo en Gaza, se zarpó directamente diciendo que Netaniahu tiene que hacer cambios en la coalición de gobierno. Eso es como que alguien te diga que tenés que cambiar de esposa o ser hincha de otro club de fútbol. Hagansé una idea de la magnitud.

Por otro lado tenemos a Yemen, que muchos se enteran ahora de que es un país, tirando cohetes hacia Eilat, la ciudad que nunca supo de alarmas de misiles, y atacando a los barcos que pasan por el canal de Suez rumbo a Israel. Una locura impensada.

Y en tercer lugar, ayer, en forma informal, se dio a conocer una declaración de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (dos de los países más ricos del mundo por su petróleo) que -escuchen bien porque no es lo que parece- «no van a proveer más ayuda humanitaria a Gaza, y que la responsabilidad recae en Israel y EEUU» y también que «no van a financiar la reconstrucción de Gaza si no es en el marco de una solución de dos estados para dos pueblos». Eso que parece una medida contra Israel, es en realidad un duro mensaje para la cúpula de los Palestinos. ¿Cómo es eso? Lo que están diciendo es que les cierran la canilla de dinero a Hamás a no ser que vayan por la vía diplomática. Porque lo que Hamás quiere es seguir gobernando en Gaza. Y todos sabemos que sus intenciones no son reconocer el derecho de existir del Estado de Israel. Entonces el resto de los palestinos (de los 2 millones de palestinos) que viven en Gaza se dan cuenta con un empujoncito más, que si no ayudan ellos también a voltear a Hamás, van a vivir en una montaña de ruinas durante años. Que si quieren recibir la ayuda de sus amigos sunitas de Arabia Saudita, van a tener que sentarse en la mesa de las negociaciones y dar un apretón de manos con Israel en un acuerdo de paz.

Espero que ese mensaje se oficialice, que tome la forma que tiene que tomar y que los oídos que tienen que escuchar, presten mucha atención. Desde aquí sigo implorando por el milagro de Januca, que sería en este caso, que los palestinos de Gaza levanten de una vez la cabeza y entreguen a Hamás.

Guerra con Hamás – Día 66

Más cosas que tienen que cambiar.

Israel hace muy mala prensa de sí mismo y deja que todos los fake news anden dando vueltas por el mundo. Si algo puede ser que cambió en esta guerra para siempre, es que cada judío de Israel y del mundo tomó conciencia de la importancia de decirle al resto del mundo lo que está pasando y de mostrárselo sin dejar lugar a dudas. En lo personal, vengo escribiendo en mi blog IsReal.wordpress.com desde hace 17 años, y justo cuando todos empiezan a hacer «hasbará», es que yo empiezo a sentir que le hablamos a la pared. Porque después de dos meses, el mundo ya pasó de página, ya nadie pregunta qué pasa con los 137 rehenes, así como un chico que se cae en un pozo en un bosque en Oklahoma puede ser titular del diario durante 7 días, pero cuando las visitas al sitio del diario bajan, a otra cosa mariposa.

Una de las mentirillas que se dicen con tremenda libertad en el mundo es que Gaza es la prisión más grande del mundo porque no tiene ni puerto ni aeropuerto. Esto último si bien es cierto en lo formal, porque Israel no lo permite, decime entonces dónde cultivan las M16 y las Kalachnikof y todos esos misiles, porque te puedo asegurar que por el límite con Israel no entran. Así que algún barco está entrando y las fronteras con Egipto no estarían tan cerradas como el mundo dice.

Y por encima de eso, cerca de 20 mil palestinos de Gaza entran diariamente a trabajar a Israel. Y ni hablar de Cisjordania. Tienen papeles que establecen quienes son, están anotados y todo eso. Pero fácilmente te podés imaginar que varios de ellos fueron sobornados o amenazados de matar a sus familias a manos de Hamás a cambio de información que les sirvió para el ataque del 7-10. Entonces por el momento, el pasaje de trabajadores (tanto de Gaza como también de Cisjordania), en este momento sí, está completamente cerrado.

Eso trae ciertos problemas para los rubros en los que se ocupan esos palestinos en Israel: la construcción y la agricultura. Hay muchos campos que se quedaron sin mano de obra y están pidiendo ayuda de voluntarios para no perder la cosecha de la temporada. Incluso gente de otros países como Argentina están viniendo en planes de un par de meses como ayuda temporaria. Israel no estaba listo para un corte tan abrupto. Y el mundo quizás no sabía que esa facilidad de entrar a territorio israelí existía.

Algo que debería cambiar. Algo que Israel debería preparar mejor. Si ese control de gente anotada no fue suficiente y no fue garantía de no estar durmiendo con el enemigo en casa, entonces tendrá que buscar mano de obra alternativa en otros lados del mundo. Así como vienen los Tailandeses (muchos de los cuales fueron secuestrados también) y así como vienen los Filipinos para cuidar a los ancianos en sillas de ruedas y asistirlos diariamente, habrá que buscar algún país que pueda exportar trabajadores interesados en trabajar en el campo. En Israel es un trabajo que lamentablemente no alcanza para mantener una familia por los sueldos que se pagan, pero por los cambios de monedas, así como pasa en Argentina con los bolivianos, a veces en un año pueden juntar suficiente plata para mantener a sus familias por espacio de tres, y todos ganan.

Israel deberá poner en la mesa de negociaciones esa entrada al país. Ahora que todo cambió, lo que antes era obvio, ahora tendrá que ser a cambio de alguna otra cosa. Si quieren volver a entrar a trabajar a Israel, tendrán que ser creativos a la hora de ofrecer algo que a Israel, en términos de seguridad, le sirva. Y que el mundo se entere.

Guerra con Hamás – Día 65

Pasando ya los dos meses de guerra, quién un día antes, quién un día después, se empieza a preguntar cómo es posible que todavía queden terroristas capaces de atestar tantos muertos diarios, ¡diarios! al ejército de Israel. A medida que Hamás va quedando acorralado, el ritmo de caídos del lado de Israel aumenta. Ayer 5 ó 6. Hoy nos despertamos ya con 3 más.

Uno que vio muchas películas de guerra, imagina que semejante ejército como el de Israel, en cuestión de días logra que los terroristas entiendan que no tienen ninguna chance de ganar siquiera algún objetivo, y que van a salir a rendirse con tal de poder al menos entrar a una cárcel israelí, para poder salir en la próxima tanda de negociaciones (siempre la habrá) cuando algún colega logre secuestrar algún israelí.

Sin embargo eso no ocurre. Los terroristas de Hamás no solamente no tiran con arco y flecha sino que están muy bien armados. Y no solamente no se van a rendir sino que les importa un cuerno morir en el intento, porque para eso fueron educados y de esa forma les lavaron el cerebro. Esa es su arma más fuerte en términos bélicos: no tienen moral, no tienen conciencia de equilibrio de fuerzas combatientes. Su máximo objetivo puede ser matar un soldado aunque los otros 10 del pelotón israelí lo maten al instante. El imaginar un titular con la cara del soldado abatido con las siglas «z’l» (que en paz descanse, en hebreo) les es suficiente estímulo para donar su vida a la causa. Y es difícil ganar una guerra contra un enemigo así.

Ayer pensaba en una idea a modo de chiste, que como todo chiste, te frenás a pensar si no está mal. Poner un Virrey en Gaza. Así como los españoles en la época de la colonización. Así como los yankies pusieron un gobierno títere en Irak al derrocar a Saddam Husseim. Vos dirás…»muy bien no terminó el Virrey de España». Y yo te digo: ¿acaso cuando Argentina se independizó en 1810 empezaron a matar a todos los españoles por la calle? No. Acaso volvieron a los espejitos de colores? No. El gobierno títere español cumplió su función de ser «el más grande que domina por la fuerza», hasta que el pueblo maduró lo suficiente para echarlo a la mierda. Y en mi imaginación pensaba en una Gaza sin israelíes viviendo adentro (esto es muy importante) pero con el ejército adentro para evitar una reorganización del terror, y un gobierno que les de de probar a los gazatíes (a los millones de gazatíes!) lo que es vivir en un país normal. Bueno… normal entre comillas. Ustedes me entienden. Normal no sería si te gobierna un israelí de facto. Pero, bueno, dadas las circunstancias, entendamos que los mismos remedios no sirven para todas las enfermedades. Y Gaza está enfermo. Hay que probar un remedio nuevo. Todo lo anterior fracasó. Entonces se podrán construir granjas, cultivos, fuentes de trabajo y demás. Como si fuese Israel en 1948. A recuperar el tiempo perdido. Y ver qué pasa. Si funciona, los gazatíes madurarán hasta echarnos a la mierda y poder autogobernarse en esa nueva idea de país que progresa por sí mismo. Fundarán Gazalandia y firmaremos la paz como con Egipto, a quien no queremos mucho, pero preferimos su silencio en el límite. Y si no funciona, volveremos a los misiles, como siempre. Pero al menos habremos intentado algo nuevo.

Guerra con Hamás – Día 64

Ayer, Sábado, mientras los soldados en el frente hacían rendir a centenas de terroristas en G’ebalya, sin distinguir si es fin de semana o no, trabajando 24/7, fui a la «Plaza de los Secuestrados». Una explanada alrededor de la cual está el Museo de Tel Aviv y unos cuantos teatros, que en forma espontánea desde el inicio de la guerra, se convirtió en el centro de reunión de todos los familiares de los Secuestrados y no solamente, para pedir por su pronto retorno. Hay todo el tiempo muestras artísticas expresando el dolor, la furia, la desazón y la desesperación, junto con la esperanza que sienten loa familiares, todo alrededor de aquella primera mesa larga de 240 sillas vacías con sus cubiertos, vasos y botellas de vino que no se abren nunca, esperando a los secuestrados.

Hay un enorme reloj digital que cuenta los días, horas y minutos que hace que están atrapados en Gaza. Hay fotos de todos ellos. Hay puestos de los distintos kibutzim en los que además de estar los familiares para contar las historias a quien quiera escucharlos y ayudarlos en esta interminable terapia de asumir la realidad en la que se vieron sumidos, también se puede colaborar para juntar los fondos para la reconstrucción de las viviendas incendiadas por los terroristas el 7-10.

Sea cuando sea que termine esta guerra, Hamás siempre va a pavonearse y alardear que fue una victoria, aunque los maten a todos sus terroristas. Porque en la época linda del año en la que no hace ni frío ni calor y uno puede pasear por los lugares más lindos de Israel, ves allí en cambio a madres, chicos grandes, chiquitos, gente a montones que durante todo el día van allí a cambiar un picnic al aire libre por un momento de honda tristeza y empatía. Un país entero que se hermanó. Una madurez que, para quien viene de Argentina y está acostumbrado que ante cada crisis siempre hay un bando que aprovecha para hacer leña del árbol caído y culpar, sacar rédito, tratar de ganar puntos de la tragedia de otros, da orgullo. Porque acá estamos todos del mismo lado. A nadie se le ocurre que por ir a la Plaza de los Secuestrados está apoyando o no al Gobierno o haciéndole el juego o no a la oposición. Estamos todos allí. Hasta que vuelvan. Porque esa es la prioridad de todos.

Guerra con Hamás – Día 63

Mientras el intercambio de rehenes quedó atrás y casi nos olvidamos de las interminables noches en las que esperábamos la combi de la cruz roja, ahora ya es casi una rutina escuchar las noticias desde Gaza. Las noticias que no son agradables nunca y uno quiere no acostumbrarse nunca. Porque el ejército sigue entrando durísimo en el sur de Gaza, pero también a razón de 3 soldados por día por lo menos dejan la vida en medio del combate.

Y ves las fotos del destrozo enorme en Gaza, que parece una ciudad después de un terremoto, y ves las fotos de las detenciones en masa de los terroristas en calzoncillos en el medio de la calle y hacés las cuentas pensando que esto ya se termina. Que Hamás está en las últimas. Pero no. No es así.

Porque todavía ayer volaron misiles sobre Tel Aviv. Y si mirás el mapa, suponés que al haber alejado a Hamás del norte de Gaza, los misiles los pueden disparar desde el sur, y en teoría no llegarían pues tan lejos. Sin embargo llegan. Y eso da cuentas de que Hamás todavía goza de buena salud, lamentablemente.

Porque todavía tienen 137 rehenes y ayer en un intento fallido de rescate (no tenemos más detalles sobre esa operación) dos soldados israelíes murieron y no sabemos cuántos de los rehenes están vivos o no. Y quizás mueran más de 137 soldados para recuperar a los rehenes o sus cuerpos. Ni la lógica ni las matemáticas mandan en la guerra.

Porque a través del New York Times, que suele ser a veces el primero que filtra las negociaciones que se vienen llevando a cabo, no estamos leyendo nada acerca de lo que, quizás, están cocinando para resolver algún acuerdo.

Hamás no propone nada (y uno supone que si están con el agua al cuello, intentarían algo) e Israel tampoco. O al menos nada de eso, si ocurre, llega a nuestros oídos.

Mientras tanto, estamos sumidos en un limbo confuso que nos tiene en la indecisión de intentar o no tener una vida normal dentro de la rutina endemoniada de la guerra. Si está bien juntarse a comer un asado mientras los pibes duermen en el barro de Gaza y hacen guardia para cuidarse entre ellos. Si está bien mirar una película en la tele en vez de seguir escuchando los interminables análisis políticos de infinitos expertos sobre lo que pasa, pasó o puede pasar. Estamos en un cuarto intermedio. En una situación de pausa en la que pusimos nuestras vidas hasta que se pueda decir «Misión Cumplida».

Guerra con Hamás – Día 62

Lo que pasa en el norte.

Puede ser que algunos de los que leen estas crónicas se hayan podido relajar en los últimos años, como muchos de nosotros, y al vivir en el exterior, los titulares de Israel dejaban de aparecer en los diarios del mundo. Por lo tanto, haría falta un breve glosario que nos explique por qué estamos mirando también al norte de Israel.

Sabemos ya que el truco para atacar a Israel es no hacerlo en nombre de un país reconocido por la ONU porque en esos términos, las reglas se aplican para todos. Entonces, aparecen grupos como Hamás en Gaza o Hezbollah en el Líbano, que están financiados y manejados por Irán, enemigo acérrimo de Israel desde 1979 cuando se impuso la revolución islamica fanática en dicho país. Y al ser grupos terroristas independientes, nadie se hace cargo y la guerra no es de país a país, como debería(?) ser.

El mundo árabe, a grandes rasgos, se divide entre sunitas y chiitas. ¿Qué es eso? Digamos que serían facetas dentro del pueblo, que no se quieren para nada y hasta han combatido entre ellas y se han perpetrado matanzas dentro de los países árabes. Sin mucha difusión en el mundo porque «No Jews, No News». Y tenemos a Hezbollah (chiitas) y Hamás (sunitas). Aún así, son amigos cuando hay un enemigo en común, o un jefe en común. Y este es el caso.

Hezbollah, además de ser una organización terrorista, es un partido político en el Líbano. Sí sí. Hacé de cuenta que el Partido de Myriam Bregman recibe cargamentos de armas de Irán, y empieza a bombardear Paraguay. Así es. Tienen algunos diputados en el congreso, y se apoderaron geográficamente del sur del Líbano y el gobierno de ese país se lava las manos y dice «no sé cómo pararlos». Así de increíblemente ridículo es.

Ya hemos tenidos dos guerras con «El Líbano» (así se llaman, pero en realidad son contra Hezbollah). La última de ellas en 2006. Y siempre empiezan igual: una agresión del grupo terrorista que no puede ser pasada por alto (porque agresiones hay todo el tiempo, pero como adulto responsable, Israel se las aguanta siempre), y una respuesta de Israel con objetivos más definitivos. Ejemplo en 2006: la muerte de 3 soldados y el secuestro de otros 2. Esa fue la declaración de guerra que hizo Hezbollah, y produjo lo que durante casi dos meses, fue «la 2da Guerra del Líbano». Que, como no puede ser de otra manera, se termina con un cese del fuego frenando al más fuerte (Israel) y ciertas condiciones que serán violadas por el grupo terrorista en la próxima vuelta.

En 2006 se estableció como condición al cese de fuego, que ninguna milicia armada podría estar al sur del río Litani (vean el mapa). Y que Hezbolláh se tenía que desarmar. Ninguna de esas cosas se cumplió. Es más: a modo provocador, Hezbollah plantó una carpa militar con soldados DENTRO DEL TERRITORIO ISRAELI durante meses. Y nosotros tragando saliva para no provocar una escalada que afecte a los habitantes del límite norte del país.

Al comenzar esta guerra con Hamás, Hezbollah (al mando del cagón de Nasrallah, que vive en un bunker bajo tierra y no ve el sol hace años) empezó a bombardear el norte de Israel con el solo objetivo de dividir los recursos de Tzahal y romper las pelotas. Lo hace en forma relativamente moderada como para no causar una declaración oficial de guerra por parte de Israel. Netaniahu ya avisó que si se pasan de la raya, va a convertir Beirut en Gaza. Recursos para hacerlo tiene. Apoyo de EEUU, por ahora tiene. Y ganas, no le faltan.

Mientras tanto, decenas de miles de habitantes, evacuaron todo el norte. Imagínensé si tuviesen que evacuar todos los que viven en Parque Patricios y Boedo porque desde Pompeya están tirando misiles. ¿A dónde irían? ¿harían a tiempo de llevarse la compu? ¿la bici? ¿sus remeras favoritas? ¿y qué pasa con el sillón que compraron justo la semana pasada? ¿y si se van por tres meses y les roban todo? Como verán, la pobre gente que vive en esa tan hermosa zona del país, tiene preocupaciones de todos los colores. Y no saben cuándo van a volver.

Mientras tanto, mi pronóstico (que vengo pifiando de lo lindo, hay que decirlo) es que cuando se termine el baile en Gaza, el nivel de tolerancia con Hezbollah va a ser mucho menor, y ante el mínimo cohete, la respuesta va a ser mucho mayor. Nasrallah lo sabe, y como es cagón, no creo que se anime a pisarle la cola al gato. Veremos si me equivoco otra vez. Para bien. Porque los habitantes del norte merecen vivir en paz de una vez por todas.

Guerra con Hamás – Día 61

Mientras tanto en Israel…

Varias cosas están pasando por debajo del radar mientras la lucha en el sur de Gaza se lleva los titulares. La primera, es que Israel está intensamente trabajando en Cisjordania deteniendo activistas de Hamás a diestra y siniestra. Aprovechando que nadie presta atención, las fuerzas de seguridad están trabajando a destajo.

La segunda es que hace 61 días que los habitantes del sur de Israel están desparramados por todo el centro del país en diferentes hoteles. Y uno puede pensar: están de vacaciones. No tienen que limpiar, no tienen que cocinar. El sueño del pibe. Viven como una estrella de Hollywood. Pero estoy seguro de que enseguida se imaginarán que esa gente, en algunos casos, no tiene casa donde volver porque se las incendiaron los terroristas. En otros casos parte de su familia fue asesinada. En otros, tienen familia secuestrada como rehenes en Gaza y no saben sobre su destino porque los intercambios de rehenes por presos se suspendió. Y en todos los casos, esos chicos no están estudiando, esas madres y padres no están pudiendo trabajar en sus ocupaciones normales, no saben cómo van a pagar sus obligaciones y seguramente los días se les hacen interminables dando vueltas por el lobby del hotel.

El otro día escuchaba a una mujer que ya estaba desesperada por al menos que la dejen cocinar algo, para sentirse un poco útil, ocupada.

La tercera cosa que pasa es que muchísimos campos de todo el país (no solamente en el sur) están sin mano de obra para cosechar, ya que la entrada de palestinos a territorio israelí está suspendida. Las cosechas se están echando a perder, quedando a merced de voluntarios que están yendo de todas partes a dar una mano en forma desinteresada para salvar la cosecha. Porque, por si no lo sabían, tanto de Gaza como de Cisjordania, hay palestinos que solían entrar diariamente a trabajar en Israel. Así como lo escuchan. Algo que, después de lo que pasó, uno diría «ni en pedo habría que permitir que eso pase de nuevo». Porque esa es la gente que juntó información, dibujó mapas, averiguó dónde se guardaban las armas de defensa de cada kibutz, etc… y se la entregaron a Hamás para que su ataque fuese más letal y efectivo.

La cuarta cosa es que volvieron a caer soldados israelíes en Gaza (ayer fueron 10 más) y con ellos, familias se destrozan con pérdidas que los marcarán para siempre. Pibes de 20 años que dieron la vida voluntariamente para defendernos. Y antes de que alguien diga que el servicio militar es obligatorio, sepan que ningún soldado que no quiere ir al frente se lo obliga. Esos pibes deciden ir al frente. Cosas que uno ve en las películas, acá está pasando de verdad. Historias de héroes y de caídos. Terrible todo.

Y la quinta cosa, que era de la que venía a hablar pero quedará para mañana, es la situación militar en el norte del país con Hezbollah. Pero me fui por las ramas mostrando que mientras para la gran mayoría la vida se estabilizó, las obras de teatro, recitales, actividades en general se están restableciendo, la gente ya empieza a salir a comer, se vuelven a juntar para los cumpleaños y demás. Pero para varios cientos de miles de personas, este infierno no se arregló ni un poco y viven en un limbo de incerteza horrible. La guerra sigue y nadie puede saber con seguridad cómo se va a ver el futuro de este país, ni tampoco de los judíos de todo el mundo.

Guerra con Hamás – Día 60

Las voces de Gaza.

Ayer se vieron algunas imágenes y se escucharon ciertos reportes desde adentro de la Franja de Gaza que reportan cierta oposición de la gente normal(?) frente a los terroristas de Hamás. Se veía como les tiraban piedras a los de Hamás que se llevaban de prepo los camiones de ayuda humanitaria dejando a la gente sin nada. Se cuenta también que los insultan por las calles. Quizás amparados por la sensación de multitud que se produce debido a la emigración de toda la franja hacia Rafiah en el sur, se sienten más protegidos al ser muchos. Porque se están comprimiendo todos hasta el máximo de no tener lugar con techo para dormir.

Y cuando la gente llega a su límite, es capaz de cosas que en la rutina normal no hace. Si en tiempos pre-guerra entraba Hamás a tu casa a disparar misiles desde el patio pero a cambio te traían un costal de arroz o te daban 10 lucas, por ahí no tenías opción y eras cómplice pasivo. Pero ahora que ya perdieron todo, no hay dónde caerse muerto, literalmente, y ven como Hamás no les pasa un pedazo de pan y se lo quedan todos ellos, quizás, y solo quizás… levanten la voz para protestar.

Y quién te dice… la gente como el verdulero de quien hablamos anteriormente, levante la cabeza y se pongan firmes. Si es que hay gente normal que no están educados para la guerra y el odio. Esos números no los sé. No se sabe si los verduleros también odian a los judíos porque eso es lo que les dijeron desde que nacieron. Quizás lo averigüemos dentro de poco. En mi opinión, ese puede ser un factor determinante que acelere el final de esta guerra.

Mientras esperamos esa desesperación revolucionaria, utópica quizás, y salvadora, en Israel se habla de tomar Han Yunes, otra ciudad importantísima del sur en la que se comenta que los líderes de Hamás están escondidos como ratas, y se habla de inundar con agua del mar los túneles para obligarlos a salir. Hay detalles técnicos sobre esa posible forma de ataque pero no quiero aburrirlos. Esperemos que se avance con firmeza y que al ejército no le tuerzan el brazo.

Guerra con Hamás – Día 59

Al final de esta guerra, algo va a tener que cambiar. Si Israel fuese una persona, en este momento tendría que decir «Me rompieron las pelotas. ¡Me cansé!».

Porque desde los tiempos ancestrales que Gaza viene rompiendo las pelotas. No importa quién haya gobernado.

1947, se divide un territorio que estaba en manos de Inglaterra para crear (¡inventar!) dos países: uno judío y un árabe. Ya saben la historia: guerra y ganamos. ¿Ganamos? Nos quedamos con un montonazo de árabes dentro de nuestro flamante país, cuando ellos tenían que tener su país aparte. Gaza queda, en cambio, sorprendentemente en manos de Egipto. Andá a saber por qué nadie se quejó.

1967: Guerra de los 6 días y Gaza pasa a manos nuestras junto con el Sinai y demás territorios que ahora no vienen al caso. Ganamos la guerra y otra vez nos quedamos con el vuelto. Más kilombo para manejar.

1978: firmamos la paz con Egipto y no nos aceptan a Gaza de vuelta. Egipto dice que con el Sinai le alcanza, que nos metamos la franja en el c***. Y así fue, a cambio de dinero yankie a modo de compensación. Más kilombo, pero ahora con pinta de ser más definitivo.

1980: Con ansias de ver cómo lo solucionamos, metimos colonos judíos para ver si con el tiempo podíamos armar un país en el que judíos y árabes pudiesen vivir mezclados en cierta armonía como en Yaffo, Haifa o en Tira y Kfar Saba. Pero no. El ejército tenía que cuidar a esos colonos como si fuesen una joya para que no los linchasen. Y encima era la justificación para intifadas, atentados, autobuses que explotan y demás. Un desastre.

1993: Acuerdos de Oslo. Intento más que civilizado por establecer un país ordenado en Gaza y Cisjordania. Duró lo que un pedo en una canasta. Sigue el kilombo.

2005: Todos los judíos se van unilateralmente de Gaza a cambio de nada, con el desesperado intento y la vana ilusión de ver que eso era lo que quería ese chico caprichoso y kilombero. Aparentemente no, porque en lugar de crear un país, lograron tirar cohetes cada vez más adentro de Israel.

2023: Les dimos tiempo para que recapaciten. Para que no digan que no fuimos pacientes. Y a los túneles para meterse en Israel a perpetrar atentados, le sumaron parapentes, drones y 2000 terroristas invadiendo cual malón de indios en las películas de canal 11 en los años ’70, solo que esta vez a perpetrar el acto de guerra más sangriento, violento y terrible de la historia del Estado de Israel.

Basta. No se puede seguir siendo tan paciente. El mundo entero ha sabido de muchas guerras con consecuencias definitivas. Nosotros no podemos seguir ganando guerras y dejar que los otros pongan las condiciones finales. Esta vez Israel tiene que decir cuáles van a ser las reglas del juego. Y los demás van a tener que acatarlas. Y al que no le guste, se lo mandará elegantemente a cualquiera de los países que tanto los apoyan y los quieren.

Esta vez tiene que cambiar para siempre. Basta de ser los nenes educados. A un pendejo del orto se le deben poner límites, literalmente hablando. Se lo debe educar. Y si no… al reformatorio.

¡Vamos!

Guerra con Hamás – Día 58

Ayer a eso de las 22:30 en los canales de televisión había programas normales. Después de 59 días, alguien decidió que ya no tenían más qué decir sobre lo que estaba pasando. La verdad es que a mí no solamente me sorprendía que pudiesen estar tantas horas y durante tantos días hablando en vivo sobre la guerra sino que también me sorprendía cómo yo encontraba interesante escuchar todo lo que se decía, las respuestas de los entrevistados, todo. Nada me parecía repetido.

Sin embargo, llegó el día en que los programas de boludeces volvieron a la TV.

Y eso es porque ahora es el momento de recagarlos a patadas a los terroristas. Entonces le damos un rato de descanso a los periodistas para que se vayan a lavar la cara y descansar, y que ahora hables los pelotudos que defienden a fripalestain y a los pobrecitos de Gaza.

Y sí… algunos pobrecitos hay. Ayer los veíamos desesperados saqueando el contenido de un camión con ayuda humanitaria. Podríamos mandarles pita con arroz, como ellos alimentaron durante 50 días a nuestros rehenes. Pero seguro que les mandamos bastante más. Y sí… habrá algún zapatero, algún jardinero, algún panadero que no tiene nada que ver. Pero lamentablemente, esperar a que los terroristas salgan con las manos en alto salvando al resto de caer en la volteada, es una utopía. Sabemos muy bien que lo opuesto es más bien lo real: los terroristas se van a agarrar hasta último momento del panadero y del zapatero para evitar que lo maten. Y si matan al zapatero y él se salva, va a estar aún más feliz, porque va a poder seguir tirando misiles.

Entonces, ¿te va a dar pena el zapatero? Supongamos que un poco. Entonces pensá en los 3 soldados que cayeron ayer en los combates. Pensá que el zapatero podría haber avisado dónde se esconden los terroristas y así, se salvaban los dos: él y nuestro soldado. Y reventaban al terrorista. Pero no. Eso no pasa. Entonces te da un poco menos de pena. Porque así como Israel entendió que somos «ellos o nosotros», el zapatero de Gaza también tiene que entender que el «ellos o nosotros» que le vendieron durante tantos años, cambió. Ahora el «ellos o yo» es con los terroristas. Y si se quiere salvar, ya sabe lo que tiene que hacer.

Guerra con Hamás – Día 57

Hablemos de los Periodistas en la Guerra.

Traté de evitar escribir este post porque corro el riesgo de que se malinterpreten mis ideas. Pero no me pude aguantar más. Es que el periodismo en estos años se transformó en un cualquierismo de «a ver cómo hago una pregunta que ponga incómoda al político por más pelotuda que sea» o «a ver si logro que todo el mundo comente la pregunta que hice yo y no el otro periodista». Estamos en medio de una guerra, y los periodistas no dejan de repetir la misma pregunta una y otra vez a Netaniahu: «¿usted se hace responsable de lo que pasó el 7 de Octubre?». Y no se lo preguntaron una vez sino veinte. Hay periodistas que trabajan en el diario local de una ciudad y escriben sobre el estado de las veredas. Hay otros que hacen resúmenes de un campeonato de truco. Yo me trato de poner en la piel de ese periodista que estudió 4 años para tener esa oportunidad de hacerle una pregunta al Primer Ministro, en vivo, durante una Guerra y por televisión, y que llegado ese gran momento, le preguntan por vez número 18 la misma pregunta a Netaniahu. ¿De verdad ese muchacho piensa que quizás esta vez sí decida Bibi decirles a todos… «sí, sabés qué? me convenciste de confesar justo ahora. Las otras 17 veces no fueron convincentes pero la tuya sí. Me hago responsable».

Nosotros estamos del otro lado de la pantalla esperando escuchar qué va a pasar con el resto de los secuestrados, con los planes que tienen para cuando liquiden a Hamás, esperando escuchar qué tipo de garantías tendrán los habitantes del sur de Israel para que se sientan seguros de volver a sus casas, esperando escuchar si tenemos suficientes armas para ganar esta guerra si se prolonga más de 3 meses, si se asesoran con expertos militares de otros países. Y entonces viene otro pelotudo y le dice «¿Por qué usted y el Ministro de Defensa Galant dieron hoy la conferencia de prensa por separado? ¿Hay tensión entre ustedes dos?». Y la verdad… es que me da vergüenza. Somos 9 millones de israelíes y mandamos a ese papafrita a preguntarle eso, con la esperanza de que Bibi sea aún más idiota que él y caiga en la tentación de decirle «sí, estoy pensando en echarlo y poner en su lugar a tu tío Sebastián, que me cae mucho mejor».

Otro, con ánimos de encender la discusión entre religiosos y no-religiosos, le pregunta por el presupuesto que se aprobó esta semana, que incluye 30 millones de shekel a grupos de estudio religiosos que no sirven en el ejército. Y Netaniahu, que no es ni santo de mi devoción, ni lo voté ni lo pienso votar nunca, pero tonto no es, ante los ojos de todos nosotros que vemos una suma de 30 millones de shekel como un WOW enorme, y que creemos que si lo destinase a otra cosa relacionada con la guerra, quizás ganaríamos en una semana, Bibi le dice que aprobaron un presupuesto de 30 mil millones de shekel. ¡30 mil millones de shekel! que si los 30 millones nos parecían mucho, te refriega por la cara que no son ni la milésima parte de todo lo que aprobaron. Y deja en evidencia al periodista, que evidentemente no tiene idea de montos, exceptuando el carrito del súper que compra todas las semanas por 850 shekel. Y me da vergüenza lo chiquito que lo deja y lo mal aprovechado que estuvo ese momento frente al que está manejando una guerra en la que un cohete te puede caer en la cabeza en cualquier momento. Y ni hablar de cuando le preguntan por su hijo, como si importase en lo más mínimo.

Siguen haciendo preguntas que Bibi, dormido luego de una noche de borrachera, va a contestar con cintura política sin siquiera tartamudear. Preguntas que mi hijo de 13 años sabría contestar sin que al periodista le sirviese para hacer un twit jugoso.

Los periodistas tienen que inyectar contenido en la pregunta. Proponer cosas. Traer ideas. Obligar al entrevistado a decir qué piensa de incluir a Arabia Saudita en las negociaciones. Preguntarle qué pasa si Estados Unidos nos retira el apoyo de armamento. No sé… yo no soy periodista, pero esas serían preguntas que no se contestan con un «sí» o «no» o con un «estamos haciendo lo mejor posible y los detalles no te los puedo revelar».

Hagan la tarea. Vean algún tutorial de Youtube de cómo hacer su trabajo en tiempos de guerra. Porque si Netaniahu y su equipo estuviesen manejando la Guerra como ustedes sus preguntas, tendríamos ya a Hamás izando la bandera verde terrorista en el centro de Tel Aviv.

Guerra con Hamás – Día 56

Una discusión sobre pelirrojos y tailandeses.

He tenido discusiones con la gente y me encuentro solo en mi posición. La gente no concuerda con lo que digo. Veremos si alguien por acá coincide.

Israel llegó a tener 259 secuestrados. Dentro de ese grupo, en el marco de las negociaciones para su intercambio contra presos palestinos, camiones de ayuda humanitaria, combustible y el cese de fuego, se ha tenido que tener la frialdad de dividirlos en categorías. Por aquello de «mujeres y niños primero». Luego vendrán los hombres, luego los más jóvenes y, finalmente -y por exigencia de Hamás- los soldados, a quienes se resisten a devolver. Fuera de ese acuerdo han quedado los trabajadores tailandeses que suelen venir a Israel de a cientos a trabajar en agricultura en los kibutzim del sur. Hamás no está interesado en ellos y los fue liberando a cambio de nada. Tan idiotas fueron en llevárselos secuestrados, si no los encuentran culpables de nada en su retorcida mente terrorista. Pero al fin de cuentas, allí estuvieron 50 días y de a poco fueron volviendo.

Esos tailandeses vivían en los kibutzim y trabajaron durante años al mando de los dueños de los cultivos, y puedo apostar que tuvieron una relación de empleador-empleado como cualquier otra que conozcamos. Sabían sus nombres, sabían si tenían familia en Tailandia, o si sabían cocinar rico.

Sin embargo, el periodismo no se tomó la molestia de siquiera dar a conocer los nombres de los liberados. Los titulares parecían un chiste racista de Crónica: «Liberaron a 11 secuestrados y 5 tailandeses». Como si ellos no hubiesen estado secuestrados. Como si fuesen un detalle.

Y para rematar, tanto la sociedad como los periodistas mismos, están en vilo por la vuelta de los pelirrojos. Yo entiendo que son divinos, simpáticos, que hay un bebé y todo lo que quieran. Pero no se puede perder de vista que quedan 136 secuestrados, y no podemos empatizar con los colorados porque son más simpáticos. Podés tener tu favorito. Pudiste haber empatizado más con tal historia o cual de las muchas que se escuchan en la TV, de los familiares que van a contar cómo fue el último mensaje recibido el 7/10 o cómo eran esas personas hasta un día antes, o de cómo los están esperando ansiosos. Sí. Lo entiendo. Es humano empatizar más con uno que con otro. Pero no podemos ser tan selectivos a la hora de exigir la devolución de los rehenes. Siento que eso le falta el respeto a los demás. No me gusta y me disgusta escuchar a Yonit Levi diciendo que se recibió la lista de rehenes que van a ser liberados tal día «y los pelirrojos no están en ella». Es como decir… «nos mandan las sobras de fin de temporada».

Y con los tailandeses ni hablar, porque ni los nombres te listan.

Piensen en las familias de los secuestrados. Solo eso. Piensen que también hubo chicos de 4 años como Ariel, pero que no eran pelirrojos, y también estuvieron secuestrados. Hubo una tailandesa que tuvo su bebé en Gaza! ¿Alguién sabe cómo está ese bebé? Acá somos todos iguales. Familiares o no, chicos o no, israelíes o de doble nacionalidad. Cada vida cuenta y los queremos de vuelta a todos. A todos por igual.

Eso nomás.